Maritha Marques: “La sociedad de hoy en día tiene que estar preparada para todo tipo de personas”

Maritha Marques: “La sociedad de hoy en día tiene que estar preparada para todo tipo de personas”

Maritha Marques lucha contra el capacitismo y el antigitanismo desde los colectivos y las redes sociales. Esta treinteañera portuguesa señala las barreras e imaginarios que se presentan en el camino hacia la igualdad de derechos.

Nacida en Lisboa a principios de los 90, Maritha Marques es un referente dentro del Pueblo Gitano y de las personas con discapacidad por su lucha incansable en ambos frentes. Nació con un síndrome poco conocido y, a sus 31 años, es la persona con más edad viva en el mundo, afectada por esta enfermedad. Además de eso, tiene una discapacidad visual por haber estado mucho tiempo en la incubadora cuando nació sin que le tapasen los ojos.

Licenciada en Economía por la Universidad de Lisboa realiza contenido en redes en portugués y castellano adaptado a las personas con discapacidad visual. Con una fuerza y una determinación increíbles, ha logrado superar muchas de las barreras que le pusieron desde pequeña para su normal desarrollo y hoy trabaja como economista y realiza activismo gratuito para dar a conocer la realidad del pueblo gitano y de las personas con discapacidad.

¿Dónde naciste?
En Lisboa, en el 92, y aquí vivo. Tanto mi formación académica como mi trabajo los he realizado en Portugal.

¿Por qué hablas tan bien el castellano?
Por los dibujos animados; aquí los enseñaban en su idioma original. Fue una estrategia del gobierno portugués. Cuando estalló el cine hablado, gran parte de la población aún era analfabeta, por ello, en lugar de doblar las películas, decidieron sólo subtitularlas. Así las personas se verían “obligadas” a consumir el cine nacional. Eso se mantuvo así hasta dos mil y pico. Como yo tengo baja visión, no lograba ver los subtítulos, me acostumbré a escuchar y con el tiempo ya entendía casi todo, aunque no hablase muy bien.

¿Qué discapacidad tienes?
Tengo discapacidad múltiple. Tengo baja visión, veo un 15% de un ojo y un 30-40% del otro, y tengo un síndrome muy raro, Stuve Wiedemann, soy la única persona en el mundo que lo tiene y es mayor de 18 años.

Nací con una insuficiencia respiratoria, por lo que estuve mucho tiempo en la incubadora, no me cubrieron los ojos y parte de la córnea se ha quemado. Los médicos ya habían visto que había algo diferente en mí, pero me trataron como una niña normativa y a los diez meses se me comenzaron a modificar las articulaciones. También los brazos, las manos, las piernas y pies, se han deformado. Después empezaron a investigar y se dieron cuenta de que era algo que no tenía nombre.Ahora, décadas después, sabemos que si la persona pasa los seis años es un milagro y el punto que la mayoría no resiste es la adolescencia, de los 13 a los 16 años. Mi hermano, que tiene la misma discapacidad,  tiene 16 años y yo pronto cumpliré los 31. No hay registros médicos suficientes, por lo que no se sabe qué puede pasar conmigo.

¿Es correcto decir discapacidad o se debe usar otro término?
Se puede hablar de diversidad funcional, pero, en mí opino, es un eufemismo. De esa manera estás poniendo la discapacidad como algo negativo y no lo es. Se trata de una característica más de una persona.

¿Cuál es el término correcto entonces para hablar de la discapacidad?
Persona con discapacidad. Antes se decía personas con necesidades específicas o necesidades especiales, pero todos tenemos necesidades específicas. A lo mejor yo necesito un 35 de pie y tú un 37, por ejemplo. Eso ya es una especificidad, no somos iguales, no hay un patrón único.

También se decía persona portadora de discapacidad, pero la discapacidad no es algo que se porta y que se pueda sacar cuando quieras. Tampoco se debería decir discapacitado, porque en ese caso estás reduciendo toda la persona a la ausencia de sus capacidades.

Cuando yo nací, como era diferente y mis padres eran gitanos, jóvenes y muy pobres, en el hospital quisieron mandarme a una institución de niños. Mis padres se negaron y se quedaron conmigo

Por eso lo más correcto es decir persona con discapacidad, primero el individuo y luego la discapacidad, como una característica más. Es como cuando te refieres a una mujer morena o a un hombre alto.

Desde que los términos se formulan por las organizaciones implicadas, lleva su tiempo para que la población en general los comprenda y los acepte como correctos. A mí me pasa algo similar con la disidencia sexo-afectiva, todavía hay muchas cosas que se me escapan.

Por lo que me dices, tu vida es una proeza y un caso único, pero también un poco “experimental”, ¿qué supone todo esto para ti?
No pienses que me siento privilegiada. Si yo soy la única que ha llegado a esta edad significa que los demás niños no tuvieron las condiciones necesarias para seguir adelante. Cuando yo nací, como era diferente y mis padres eran gitanos, jóvenes y muy pobres, en el hospital quisieron mandarme a una institución de niños. Mis padres se negaron y se quedaron conmigo. Pero no sabían bien qué hacer ni cómo. Después me sacaron de ese hospital y me metieron en otro en el que estuve hasta que cumpli un año y medio más o menos. Decían que nunca iba a sujetar la cabeza o que nunca iba a comer por mí misma, esos diagnósticos de médicos que no saben que cada caso es distinto.

En el colegio no me aceptaban porque decían que tenía que estar en una escuela especial. Deducían que mi discapacidad física iba aparejada una discapacidad cognitiva/ intelectual, pero no es así. Finalmente, me admitieron en un colegio de pago, en el que no se dieron cuenta de que era gitana. Por aquel entonces yo tenía siete años y los niños de mi clase tenían cinco. Yo nunca había estado en una guardería porque no me habían aceptado y los demás niños sí tenían esa experiencia.

Después salté dos años, porque estaba haciendo cosas en clase que ya sabía ya que las había aprendido de mis padres en casa.

Aquí son cuatro años de primaria y cambias de ciclo educativo. Tenía nueve o diez años cuando tuve que cambiar de nuevo, pero no me aceptaban otra vez. Hasta ese momento no tenía aún la silla de ruedas, caminaba muy mal, pero caminaba. Finalmente me aceptaron en una escuela pública y fue mi padre el que construyó algunas de las rampas para que pudiese acceder a casi todos los lugares.

En esa época tú vivías en una chabola, ¿qué opinión tienes de los procesos de realojo tan comunes durante esos años?
Creo que se deberían ofrecer otras soluciones. Antes de salir a derribar la vivienda de una familia que la tiene así construida, hay que preguntarles qué quieren. Si quieren salir de ese sitio o quieren mejores condiciones para seguir viviendo allí. A mi familia y a mi nos sacaron de la chabola, que ahora se llaman “casas prefabricadas” en Oeiras, que actualmente es una de las zonas más ricas de Portugal, y nos metieron en un gueto. No sabíamos que ese terreno valía tanto dinero, pero, claro, nosotros nos levantábamos por la mañana, caminábamos dos o tres metros y ya teníamos la playa…

Por lo que dices, tu padre y tu madre te han apoyado siempre desde el principio y con fuerza.
Eran jóvenes y tenían muy pocos recursos, pero me apoyaron mucho. Se han sacrificado para pagar mis colegios y los centros de actividades, no sé cómo se llamarán en España. Recuerdo que en la primaria yo era la primera que llegaba, sobre las 6:30h exactamente, y la última que salía, a las 20:00h. Esto porque mi padre trabajaba a 80km de allí y tardaba bastante en recogerme.

¿Cuál de las dos opresiones, el hecho de ser gitana o las discapacidades que tienes, han pesado más en tu vida?
Aquí es donde entra la interseccionalidad. Yo era la niña de la silla de ruedas y los profesores me trataban como si fuera un loro, un espécimen extraño. Había varias actitudes, la infantilización o bien ignorarme o idolatrarme poniéndome como ejemplo de superación. Cuando se enteraban de que era gitana, se olvidaban un poco de la discapacidad, porque cualquier niño puede tenerla, pero, por otro lado, no cualquiera podía ser gitano.

Dentro de mi comunidad, era la niña enferma, con una sobreprotección muy exagerada, que también es capacitista: “La niña que no se caiga, que no resbale, que no se dañe”. Es decir, que siempre las dos han formado parte de mi vida, no hay una que haya pesado más que otra.

A pesar de todo, has estudiado muchísimo.
Sí, tengo una licenciatura en Economía, otra en Gestión Financiera y tengo un Máster en Economía Internacional y otro en Contabilidad y Fiscalización de Finanzas Empresariales.

La verdadera valoración de mi “trabajo” se da cuando un padre o una madre me dice que ha enseñado mis videos o mis posts a su hijo o hija con discapacidad y que, desde entonces, me he convertido en una de sus referentes

¿Por qué te has formado tanto?
Mi padre trabajaba en una constructora, como yo siempre he tenido altas capacidades para la matemática le hacía la contabilidad. También lo hice para demostrar a la gente que también podría hacerlo. Actualmente, tengo una vida estable, pero quisiera cambiarme de área. No me quejo porque se gana bien, pero sinceramente ya no me satisface del todo.

Realizas mucho contenido en redes sobre capacitismo y antigitanismo. ¿Consideras que es valorado?
Personalmente, no me importa si me valoran mucho o poco. Tengo conciencia de que las estadísticas son importantes, pero no son fundamentales. Además, tanto mi Instagram, como Facebook están en castellano y portugués y eso confunde al algoritmo. Sin embargo, la verdadera valoración de mi “trabajo”, se da cuando un padre o una madre me dice que ha enseñado mis videos o mis posts a su hijo o hija con discapacidad y que, desde entonces, me he convertido en una de sus referentes. O cuando algún joven gitano me habla para informarse sobre nuestra historia porque ha leído mis textos.

¿Qué importancia le das al contenido en las redes?
Las redes sociales han ganado su espacio en la formación de jóvenes e incluso de adultos. De hecho, pienso que, si podemos perder dos horas viendo videos, también podemos hacerlo en contenido que sirva para nuestro desarrollo personal y profesional. Yo produzco contenido porque siento la necesidad de aportar mi percepción como gitana y persona con discapacidad. Intento demostrar a la sociedad hegemónica que, aun siendo rehén de una triple vulnerabilidad, tengo mucho que decir.

Así, también busco incentivar las personas a hacer su contenido más inclusivo, utilizando el texto alternativo para que las personas con discapacidad visual puedan “ver” imágenes y vídeos. Y créeme, no se necesita ser una maestra escribiendo, solo echarle ganas.

¿Cómo de importantes crees que son los referentes para los niños y las niñas diversas?
En mi adolescencia yo no sabía que había personas con discapacidad en áreas como el cine, la pintura, la música, la literatura, entre otras muchas. Cuando lo descubrí, mis horizontes se expandieron por completo. La mismo ocurre si pensamos en los niños y niñas gitanas. Me pregunto: ¿cómo sería si supiesen que una de las primeras profesoras universitarias tenía origen gitano y que, por sus contribuciones en el campo de la matemática, la homenajearon dando su nombre a un cráter lunar?

Los niños y niñas del Pueblo Gitano no pueden soñar porque tienen muchos caminos cerrados. El simple hecho de seguir estudiando cuando muchos profesores te dicen que vas a acabar vendiendo en un mercadillo es ya un logro. También pasa con los propios padres, ellos no han tenido la oportunidad y piensan que los niños tampoco la tendrán. Conozco gitanos diplomados que se han tenido que ir a vender al mercadillo. Aquí, en Portugal, durante la pandemia un líder político sugirió meter a los gitanos en campos de confinamiento, ya te puedes imaginar el escándalo. Mucha gente empezó a compartir sus profesiones y algunos fueron expulsados de su trabajo porque hasta la fecha no se sabía que eran gitanos.

¿Cuál de los mitos sobre Pueblo Gitano crees que pueden influir más en la concepción sobre ti misma cuando eres más pequeña?
Dicen que no servimos para nada, que solo queremos vivir de ayudas, que somos muy ruidosos, que somos problemáticos. Siempre son los mismos tópicos. La gente busca comparar a toda una nación, porque el Pueblo Gitano es una nación, con su compañero, su vecino o quién sea.

También hay muchos mitos en cuanto a la discapacidad que has ido rompiendo: el tema de la edad, el tema de no poder estudiar hasta determinados niveles, etc.
No vamos a mentir, la religión tiene mucha culpa en esto. En la Biblia hay varios casos donde se demuestra que tiene que haber una curación para que las personas sean vistas como “normales”, y hasta que no sucede el milagro son tratadas como desgraciadas e incapaces. Esto influye en la percepción de las personas normativas, hacia las personas con discapacidad. Actualmente, si pensamos en el sistema educativo, ya hay cambios en comparación a mi época; sin embargo, aún hay quienes confunden inclusión con segregación. Que una escuela tenga una clase especialmente destinada a niños o jóvenes con discapacidad, no está solucionando el problema.

Si pensamos en el sistema de salud, en los hospitales todavía somos tratadas bajo el análisis del modelo médico. No nos miran como personas plenas, sino como si estuviéramos “estropeadas”. Hay personas que no salen de casa porque están esperando un milagro de Dios, ¡y esto grave!

Pero si lo que buscas es un ejemplo práctico, te digo que, en este momento, está en Lisboa la gran exposición de Frida Kalho y yo no puedo visitarla. Esto porque no está adaptada a personas con discapacidad motora, lo cual no deja de ser alarmante teniendo en cuenta quién es la artista.

Los niños y niñas del Pueblo Gitano no pueden soñar porque tienen muchos caminos cerrados. El simple hecho de seguir estudiando cuando muchos profesores te dicen que vas a acabar vendiendo en un mercadillo es ya un logro

¿Cómo ves tú el activismo que se está desarrollando dentro de la juventud gitana y cuáles serían los referentes a los que todas podríamos acudir?
En Tik tok, por ejemplo, destacaría a Josico Hernández y a Jonathan Fernández, cuyas capacidades de exponer sus ideas son impresionantes. También en esa plataforma está la prima Ana Giménez, conocida como Gipsytreiner que nos enseña a tener una vida más sana. Y no podría olvidarme de Aurora Muñoz, la Gipsyland, que nos cuenta episodios y personajes de la historia gitana. En Instagram podéis leer a Tendencias Gitanas, una cuenta que siempre está al tanto de lo que pasa en las comunidades gitanas.

¿Y Sobre la silla? Hace poco que pusiste un post diciendo que es algo que ha servido mucho a las personas con discapacidad.
Eso es lo que digo siempre. ¿Cómo es posible que se tardara tanto y que hasta el siglo XIX a nadie se le ocurriera poner unas ruedas a una silla? La sociedad de hoy tiene que estar construida y preparada para todo tipo de personas. Yo cuando voy a un teatro y veo que tienen rampa o tienen un lugar para mi silla, me alegro y casi me emociono, pero, al fin y al cabo, son mis derechos, no tengo que dar gracias a nadie por cumplir con su obligación.

¿Cuáles son nuestros derechos y obligaciones?
Tenemos derecho a transitar por el mundo y hacer todo lo que las personas normativas hacen: salir, comprar, charlar, cenar, casarnos, tener hijos… Nuestras obligaciones son las mismas que las de los demás: trabajar, pagar impuestos, ayudar al prójimo. Somos personas y ya está. Recuerdo una frase de alguna compañera feminista que dice “No quiere reivindicar mis derechos como gitana sino como persona”, y en la discapacidad es exactamente lo mismo.

Aquí, están adaptando el ticket que se necesita para guardar turno en la sala de espera. Es una máquina que tienes que tocar los botones y sacas el papelito con tu número. Pero, ¿cómo yo con la silla de ruedas voy a llegar a la máquina que saca el ticket y con mi discapacidad visual voy a ver el número que me dan?

Hablo por mí, pero también por las personas mayores. Es como cuando vas a un restaurante que no está adaptado y van dos chicos jóvenes y te cogen en volandas. Para mí sigue siendo raro que una persona quiera cogerme en brazos, yo soy una persona, no un objeto, y tampoco tengo cuatro meses. Por eso dejé de ir a muchos sitios que no estaban adaptados. ¡Me niego a aplaudir el Capacitismo estructural!

Tú trabajas y haces activismo aparte porque no consideras el activismo un trabajo. Explícame más esa idea.
Considero como activismo la militancia o una acción continuada con el objetivo de lograr un cambio social o político. A partir del momento en que cobras por esto, estás prestando un servicio y deja de ser la acción voluntaria que considero que tiene que ser. A pesar de que cobro por muchas ponencias por cuestiones burocráticas, lo que hago es donarlo a una Fundación que acoge a niños huérfanos. Es la manera que encuentro de seguir realizando activismo sin beneficiarme.

El hecho de ser mujer suma una nueva opresión a las que ya estamos comentando, tu gitanismo y tu discapacidad.
El machismo es un problema social, como sabemos. Además de ser gitana o tener una discapacidad, siempre seré una mujer. La figura hegemónica de la discapacidad es el hombre con silla de ruedas cuando la mujer tiene 3 veces más probabilidades de sufrir una violación o una agresión física. Cuando hablamos del Pueblo Gitano, aunque vuelvo a repetir que no hay más machismo en él, la mujer sigue sufriendo las opresiones del patriarcado que tan bien conocemos.

Autora: Elena García
Fuente: El Salto
Foto: Sandra Cervera

¿Caben los sueños de las niñas gitanas en los centros educativos?

¿Caben los sueños de las niñas gitanas en los centros educativos?

Entidades gitanas apuestan por abordar el abandono escolar temprano a través de la escucha de las necesidades y metas de adolescentes y jóvenes en contextos marcados por la segregación

Un 13,3% de estudiantes abandonaron en 2021 sus estudios antes de haber completado la etapa obligatoria. La tasa ha mejorado notablemente en la última década, reduciéndose prácticamente a la mitad. Frente a estas cifras, el sistema educativo todavía arrastra una gran falencia: la exclusión de algunos colectivos, un 63,7% del alumnado gitano abandona tempranamente sus estudios.

Para afrontar este tendencia excluyente desde las perspectiva de las niñas y jóvenes gitanas una alianza de asociaciones creó el proyecto [J]itana, una J que según sus promotoras apunta a poner en el centro la justicia social y reproductiva, y que une bajo ese propósito a diversas entidades gitanas de todo el Estado —la valenciana FAGA, la FAGIC en Catalunya, la Federación de Mujeres Gitanas Kamira, las asociaciones de mujeres Akherdi i Tromipen y Yilo, y la navarra Gaz Kalo— junto a la Universidad de Sevilla.

Daniela Miranda, investiga desde hace años, junto a activistas gitanas, cuestiones relativas a la justicia reproductiva y al empoderamiento de las mujeres en el pueblo gitano. La investigadora apunta que es a partir de las conversaciones informales con estas activistas, y desde las historias de vida de las mujeres cómo se puso en evidencia una deuda: “A nosotras nunca nos han preguntado por nuestros sueños”, explicaban. La investigadora reconoce que la universidad es un espacio atravesado por el antigitanismo, donde no se ha considerado a este Pueblo como generador de conocimiento. Por ello, en [J]itana: “recogemos evidencias conjuntamente con las organizaciones y con las mujeres. Queremos asegurarnos de que es una práctica reflexiva entre todas, compartiendo estos espacios de reflexión entre iguales, de forma horizontal”. Se trata, explica Miranda, de pensar en este “derecho a soñar”, de forma práctica. Los sueños son prioridades, y para conseguirlas se necesitan recursos. Por ello considera que lo que se aborda en la investigación debe traducirse en políticas públicas.

Para poder hablar de sueños y necesidades, Sandra Heredia, concejala en el Ayuntamiento de Sevilla y activista de Yilo, considera que es necesario generar espacios seguros no mixtos donde las niñas puedan “hablar en libertad de todas sus inquietudes”, o trabajar cuestiones complejas como la de los matrimonios tempranos al tiempo que abordan cómo les afecta el antigitanismo, y en particular, el antigitanismo de género. Heredia explica cómo para hablar de esos sueños propios, se centran mucho en que las facilitadoras sean gitanas, y en pensar en referentes “para que ellas conozcan otro modelo diferente de mujeres, otra realidad”. Para ello miran en su propio entorno, poniendo el foco en “mujeres referentes de su propio barrio, porque al final ser una mujer gitana no te convierte en un referente porque sí, necesitas referentes de tu día a día y de tu cotidianidad”. 

“Cuando trabajamos con el tema de las referentes, apuntamos que conseguir tu objetivo laboral o tu sueño no te hace ser menos gitana si no poner en valor toda la potencialidad que tienes dentro de tu cultura y tu entorno inmediato”

Heredia incide en que, al contrario de lo que ciertos discursos antigitanos pueden pretender, no hay ninguna contradicción entre elegir el propio camino y pertenecer a tu familia y tu entorno. “Cuando trabajamos con el tema de los referentes, apuntamos que conseguir tu objetivo laboral o tu sueño no te hace ser menos gitana si no poner en valor toda la potencialidad que tienes dentro de tu cultura y tu entorno inmediato, combatimos el antigitanismo para que se vea la realidad y la diversidad que existe dentro de nuestro Pueblo”.

Para Celia Montoya, de La Fragua Projects el hecho de que los actores implicados sean en su mayoría gitanos es fundamental para que tenga potencial transformador: compartir códigos facilita entender las diversas situaciones que pueden afrontar las jóvenes. “Lo fundamental de todo es que aquí a las chicas no se les obliga a nada, ni se les dirige hacia ningún sitio, sino que lo que tratamos es de que vean qué hay fuera de su entorno. A una muchas veces es su entorno lo que la limita, te limita la visión de las cosas que quieres hacer o incluso tu propia autoestima, a dónde puedo llegar y dónde no. Y más, cuando las niñas viven en un entorno social que está guetizado, que tienen precariedades no solo económicas”.

La Fragua Projects —primera empresa social constituida por profesionales gitanos— es una de las entidades implicadas en el proyecto y ha tenido un rol fundamental en hacer incidencia política, trabajando para llevar a las participantes del proyecto al Congreso de los Diputados y el Ministerio de Derechos Sociales con el fin de trasladar las demandas recogidas por las niñas y adolescentes en los espacios de trabajo, en unas jornadas que organizaron el pasado septiembre.

En aquella ocasión habló Nayra, de ocho años, quien participó en el proyecto de la mano de la Federación de asociaciones gitanas de Navarra, Gaz Kalo. La niña habló de la necesidad de facilitar becas para el estudio. Nayra, que quiere ser futbolista, valora el proyecto en conversación con el Salto. “Hemos hablado de nuestros sueños: Tania quería ser peluquera —ahora no sé si ha cambiado, pues cambia de opinión de un día para otro, ríe—, Laura quería ser psicóloga… este espacio nos ha dado la posibilidad de hablar entre nosotras de qué queremos y cómo lo podemos conseguir”.

Maria Jesús es la madre de Nayra, y también ha ejercido como facilitadora en Gaz Kalo. Hace un repaso de las actividades en las que han participado las niñas, que van desde talleres de fotografía orientados a hablar de emociones, conversaciones sobre qué personas son importantes para ellas, o un viaje conjunto, decidido por ellas mismas, a Senda Viva, un parque natural de Navarra. Las actividades, como esta en Senda Viva, incluían a las familias, especialmente a las madres, algo que desde el proyecto se considera vital.

La perspectiva intergeneracional permite también ahondar en algo que Montoya ve claro: “no hay ninguna contradicción entre tradición y avance. Para mí, una de las mejores formas de luchar contra el antigitanismo es apoyar a personas gitanas, tanto hombres y mujeres empoderadas, capacitadas para poder exigir sus derechos porque los conocen y que trabajen en cosas que les gustan y que les hagan vivir lo mejor posible”. Pese a que en muchas ocasiones se estigmatiza al entorno familiar para explicar el abandono escolar, Montoya invita a ampliar la mirada. “Se minusvalora al alumnado gitano, ya en el ámbito educativo se tienen muchos prejuicios. Yo creo que el profesorado también tiene que deconstruirse y formarse, y darse cuenta de hasta dónde llega el racismo”. En todo caso, apunta, se trata de algo tan básico como garantizar a todas las personas el acceso a derechos humanos. 

Y es que el entorno es mucho más que la familia, defiende Montoya, que como todas las familias pueden ser conservadoras y machistas o pueden no serlo. Estudiar en un colegio guetizado en un barrio guetizado, o en zonas rurales sin muchas oportunidades, “la sociedad que te rodea, la gente del cole, cómo te tratan en las tiendas”, todo eso forma parte del entorno, apunta la integrante de La Fragua Projects.

“Se minusvalora al alumnado gitano, ya en el ámbito educativo se tienen muchos prejuicios. Yo creo que el profesorado también tiene que deconstruirse y formarse, y darse cuenta de hasta dónde llega el racismo”

Antigitanismo o falta de oportunidades, Heredia trae a colación un caso práctico de uno de los barrios sevillanos donde trabajan, Torreblanca. “En el instituto al que van no tienen la oferta educativa que tienen en otro instituto, por ponerte un ejemplo muy concreto: muchas niñas quieren hacer estudios de estética y peluquería, pero en su centro educativo no existe esa opción. Ahí lo que llevamos es esta demanda para que en este centro incorporen esta formación para que las niñas no abandonen los estudios y al final se puedan formar en algo que ellas realmente quieren”.

La lucha por una mejora del sistema educativo que tenga en cuenta las demandas de este alumnado, son pasos imprescindibles para encarar este problema: “Al final lo que vamos trabajando también,  junto con la comunidad educativa — estamos recibiendo un gran apoyo de su lado— es que ellas se sientan escuchadas por todas las partes”, explica Heredia. La cuestión de la guetización no se reduce a lo escolar, apunta, y fuera de las aulas se suman otras demandas: “Por poner un ejemplo, en Polígono Sur tienen que andar casi dos kilómetros hasta una cafetería para juntarse con las amigas a tomarse un café”. Frente al abandono de las instituciones, las chicas propopen autobuses más frecuentes al centro, bibliotecas para estudiar, o actividades de ocio por la tarde. 

Desde la universidad, Miranda considera que la mezcla de entidades de distinto tipo le ha dado mucha potencia al proyecto. Desde La Fragua Projects y su experiencia en la lucha contra el antigitanismo y de incidencia política, a Gaz Kalo, que cuenta con una forma de trabajo muy desde local, a Yilo, en Sevilla “yo he construido mi identidad como investigadora y como feminista con ellas”.

Para Sandra Heredia, este tipo de alianzas “es también abogar por otro tipo de modelo asociativo del mundo gitano, que al final no sea solamente de prestación de servicios o asistencialismo”, un proceso “empoderador” que busca, reflexiona Heredia, “implicar al mismo nivel a todos los agentes que están conectados en la transformación real en sus propios barrios”. Más allá de posibilitar la escucha, y que las niñas y adolescentes puedan acceder a las asociaciones de barrio, centros educativos o instituciones, se trata de que el proyecto sea un “espacio de decisión”, y ahí cobra especial sentido, tanto las intervenciones ante el ayuntamiento de Sevilla o el Parlamento andaluz, como la visita a Madrid que “sirvió para llevar a la instituciones las demandas reales. Las propias mujeres, cuando intervenían en el Ministerio y en el Congreso hablaban de la realidad de su barrio. Polígono Sur es el barrio más pobre de todo el Estado Español, las mujeres querían saber en qué se destinan los fondos públicos que se dirigen a sus barrios”. 

María Jesús y Nayra reconstruyen qué se dijo ahí sobre las necesidades expresadas durante el proyecto “acceso a becas de estudio, oportunidades laborales, que se sientan apoyadas por las personas que las rodean, como es el centro educativo, la familia y la sociedad en general” apunta la madre. Para la hija, que habló desde la tribuna, se trata de “ayudar a que otras niñas puedan hacer lo que ellas quieren, que no piensen que no lo pueden hacer”. Comprender, concluye Montoya, que “tienes todo el derecho de decir lo que tú tengas que decir, porque eres una persona y tienes derechos”.

Fuente: El Salto
Autora: Sarah Babiker

La lucha dentro y fuera de las instituciones consigue convertir el antigitanismo en delito

La lucha dentro y fuera de las instituciones consigue convertir el antigitanismo en delito

La negociación de la Ley de igualdad de trato trajo la semana pasada una conquista para el pueblo gitano: la aprobación de una enmienda que introducía el Antigitanismo en el Código Penal. La también conocida como ley Zerolo está pendiente del dictamen de la mesa del Congreso para seguir su tramitación hacia el Senado

“Estamos muy contentos pero estamos reventados”, así de franca hablaba Patricia Caro Maya, activista por los derechos gitanos, y excandidata al Parlamento Europeo por Unidas Podemos, el pasado viernes con el Salto, que un par de día atrás se apuntaba una conquista: El antigitanismo entrará en el código penal, o al menos se dieron los primeros pasos para que esto sucediera, un avance que no daban por descontado: “Se lo arrancamos al PSOE de último momento. Llevamos tres años negociando esto, más el tiempo que lo hemos trabajado fuera y es como que ahora nos ha entrado el cansancio, como cuando te quitas el peso de encima”.

Son tres años en efecto los que venían peleando porque el antigitanismo dejara de ser impune de la mano de la ley de igualdad de trato, conocida como ley Zerolo al ser el diputado del PSOE quien primero apuntó a la necesidad de legislar en la protección de las minorías. No fue hasta 2021, cuando finalmente el PSOE registró el proyecto de ley que plantea aprobar en esta legislatura.

La ley integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación, que legisla contra la discriminación “por razón de nacimiento, origen racial o étnico, sexo, religión, convicción u opinión, edad, discapacidad, orientación o identidad sexual, expresión de género, enfermedad, situación socioecónomica o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, sigue adelante en su tramitación, incorporando algunas enmiendas transaccionales como la inclusión del antigitanismo en el código penal. Así por primera el antigitanismo estará tipificado como un delito, que conllevará una pena de uno a cuatro años de prisión.

“Al meter esta modificación del Código Penal tiene que pasar a la mesa del Congreso y la mesa tiene que dictaminar, tiene que decidir entre dos opciones: una de dos, o hace que la ley entera sea orgánica o solamente será orgánica para algunos artículos y los otros se quedan en rango administrativo”, explica Caro, que prevé que la mesa del congreso, que debe tomar esa decisión, lo haga el próximo martes. Al ser la ley orgánica, apunta, necesita los votos de tres quintos del Congreso para pasar al Senado.

No puede ser que la igualdad de trato entre mujeres y hombres, payos y payas sea una cuestión de derechos fundamentales, que por eso la ley es orgánica, y la igualdad que viene a regir otro tipo de categorías no lo sea.

A pesar de que se haya complicado el proceso Caro considera que era central defender que la norma deviniera orgánica: “nosotros decíamos no puede ser que la igualdad de trato entre mujeres y hombres, payos y payas sea una cuestión de derechos fundamentales, que por eso la ley es orgánica, y la igualdad que viene a regir otro tipo de categorías no lo sea. Porque entonces estás institucionalizando derechos de segunda”, defiende la diputada.

Patricia Caro contesta con su compañero de partido, Ismael Cortés, al lado. Este investigador, diputado de En Comú Podem-Guanyem el Canvi, desde 2019, lleva una década luchando contra el antigitanismo, primero desde Europa y ahora en el Congreso. “Es una alegría indescriptible y que me viene de sorpresa porque hasta el último segundo yo no sabía realmente que era una modificación que se iba a producir y que iba a ser aceptada por el resto de grupos de la Cámara, realmente por los dos grandes grupos, del Partido Popular y Grupo Socialista”, explica Cortés, que si bien argumenta que había buena sintonía con el PSOE, la misma no ha estado libre de incertidumbre hasta que se revelase la incógnita “prácticamente en el último segundo antes de que se convocara la votación en la Comisión”.

No es la primera vez que desde el grupo parlamentario intentan introducir este cambio,  ya en la legislatura anterior trabajaron en este sentido pero la propuesta no pasó con los votos en contra de PSOE y PP. El contexto sin embargo ha cambiado, y eso, considera el diputado, se ha hecho notar: “este año impulsamos una subcomisión entera específica para hablar del tema de la antigitanismo y ahí absolutamente todos los ponentes que han venido, independientemente del grupo político que los haya propuesto, todos han pedido la inclusión del antigitanismo en el Código Penal”.

Reparación

Así, la inclusión del antigitanismo dentro del artículo 22.4, que es el agravante por delitos de discriminación y el 510 que son los delitos de odio, supone una gran victoria, pues implica el reconocimiento legal de que existe “una discriminación específica contra el pueblo gitano, que no es de ahora, que dura más de 600 años”, apunta Caro, para quien esta medida cuenta con un impacto en la “autoestima colectiva del pueblo gitano”. Es para esta activista una cuestión de justicia. Que además permite que las personas gitanas “retomen la confianza en las instituciones, que se den cuenta de que la participación política importa”. 

“El activismo gitano ha estado muy pendiente también ejerciendo una presión sobre las propias primas y los primos diputados y también desde la calle”

E importa, es fundamental para la ecuación, considera Celia Montoya, el activismo gitano. Esta actriz y activista, actualmente en La Fragua Projects, considera que los diputados gitanos en el Congreso (el propio Cortés, pero también la diputada Beatriz Carrillo del PSOE y Sara Giménez de Ciudadanos) han cumplido, trasladando a las instituciones una demanda que el movimiento reclamaba desde hace tiempo.  “El activismo gitano ha estado muy pendiente también ejerciendo una presión sobre las propias primas y los primos diputados y también desde la calle”, muertes como las Eleazar o Manuel Fernández han mostrado la cara más dura del antigitanismo pero también han sido un revulsivo para la movilización en los últimos años.

El amplio acuerdo entre los grupos parlamentarios deja también otro mensaje fundamental para Caro: “A veces, en la política es necesario poner las medidas por encima de los colores políticos, cuando esas medidas son para el bien común de la gente”. Y es que salvo VOX, que se abstuvo, todos los grupos votaron a favor. Caro piensa que cuando la normartiva pase al pleno votará en consecuencia, pues aunque se permita mostrar disidencia en la subcomisión. “No tienen narices de decir que no a esto”.

“En los últimos años hubo un movimiento, una organización del desencanto”, es entonces, explica Montoya, “cuando se empieza a hablar de introducir el antigitanismo en el Código Penal”, la integrante de la Fragua ve en su consecución dos dimensiones: una tiene que ver con la sensación de que se ha hecho justicia, la otra con que percibe la entrada del antigitanismo  en el código penal como una herramienta útil. “No se consigue la panacea, pero sí que es el inicio de un camino que creo que es imparable. En la lucha contra el antigitanismo es como si se hubiese acelerado la rueda: en pocos años se han conseguido grandes cosas”. Para esta activista este cambio obrado en la última década tiene que ver con una claridad mayor a la hora de conocer los propios derechos y exigir su respeto. “Esto es algo emocionante”.

Fuente: El Salto
Autora: Sarah Babiker

“Feminismos diversAs”, lo que no te contó Simone de Beauvoir

“Feminismos diversAs”, lo que no te contó Simone de Beauvoir

Asistimos a una mesa de las que nunca están en la mesa, de las que están debajo de la línea de la humanidad, de las picapollos, de las afrodescendientes, de las asiáticas, de Abya Yala, de las gitanas, de las musulmanas, de las norteafricanas

“Feminismos diversAs” fue un encuentro que tuvo lugar el pasado jueves 17 de marzo de 2022 a las 17:30 en el Museo Nacional de Antropología, yo, Rëhá Bolekia Bueriberi, Anatomopatóloga y estudiante de Antropología, asistí al mismo invitada por la coordinadora y posterior moderadora Elena García. En todo momento ansiosa por escuchar las palabras de mis compañeras sujeto-mujeres desde sus diferentes ángulos, comunidades, pueblos y corporalidades.

Al entrar en la sala nos encontramos en un ambiente mixto con personas racializadas y no racializadas, un público atento e interesado. La primera en subirse al estrado en este ambiente tranquilo es Rita Bosaho, Directora General para la Igualdad de Trato y la diversidad Étnico Racial centrando su discurso en la importancia de la diversidad en, cito textualmente: “nuestro país” y por consiguiente del antirracismo, de la inclusión… todo esto mediante cambios en las políticas públicas, en la discriminación en el ámbito de la vivienda, en los feminismos interseccionales, pero sobre todo en el racismo estructural de nuestro país haciendo alusión a la Ley Orgánica contra el racismo. A continuación, escuchamos a Boti García, Directora General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBIQ, que consiguió romper el hielo y la seriedad en el ambiente con una broma sobre su altura, continuó con agradecimientos al Museo Nacional de Antropología y compartiendo algún que otro recuerdo. Boti García se centró en el fin didáctico de actos como este y de museos como en el que nos encontrábamos mencionando la diversidad y el valor de las culturas con sus protecciones, defensas e importancia de la sororidad dentro de las mismas.

Elena García continúa con un lenguaje inclusivo dejando claro que todas las personas que se encontraban en esa mesa como ponentes habían sido sus primeras opciones dentro de los colectivos que cada unx representaba. Los agradecimientos al Museo Nacional de Antropología se repitieron en esta ocasión y también el “heteropatriarcado racista” haciendo alusión a las dobles, triples y cuádruples opresiones que sufren varias personas en esta sociedad. Todo esto de la mano del feminismo hegemónico blanco y cómo el sujeto mujer no apela a las sentadas en esa mesa, de ahí el nombre del encuentro: “Feminismos DiversAs”. Elena como moderadora nos explica la dinámica del encuentro tratándose este de tres bloques de una pregunta cada uno que contestarán todxs y cada unx de lxs invitadxs a la mesa.

La primera pregunta ya despierta inquietudes entre el público: ¿Existe una o múltiples formas de ser mujer?

La primera en contestar es Celia Montoya, representante del pueblo gitano e indignada porque se haga esta pregunta, aunque reconoce la necesidad de la misma alegando que todas somos personas individuales y únicas que hemos caído en cotidianidades a lo largo de la historia a la vez que “caminamos la tierra”, con la conclusión de lo diferentes que somos unas de otras. La siguiente en contestar es Fátima Aspiritou representante de la comunidad musulmana-norteafricana, Fa, para los amigos, nos explica que dependiendo de los contextos y las diferentes comunidades si existe una forma de ser mujer. Defiende que es una pregunta complicada de desarrollar, pero simple de contestar, ya que ¿qué es ser mujer? ¿Qué es la feminidad? ¿Son estereotipos? Ella utiliza a su madre para explicar su modelo de mujer como aquella persona que se levanta con todo un sistema en contra para poder brindarla oportunidades en la vida. Un momento emotivo y acertado con varios movimientos de cabeza afirmativos entre el público.

Aspiritou representante de la comunidad musulmana-norteafricana, utiliza a su madre para explicar su modelo de mujer como aquella persona que se levanta con todo un sistema en contra para poder brindarla oportunidades en la vida

Nuestra próxima ponente es Anna Fux, representante de la comunidad asiática que empieza con la afirmación de estar sentada en la mesa de “los que nunca están en la mesa”, continuando con un sí rotundo como respuesta a la pregunta formulada dejando otra sobre la mesa: ¿qué implica esa diversidad? y lo más importante ¿qué significa a nivel social?, la respuesta no es mencionada pero sí la peculiaridad importante de no poder hablar por toda su comunidad asiática, ya que esta está compuesta por varios países como China, Japón, Corea… que se unifican a raíz de una dinámica imperialista y colonialista que coincide con invisibilizar a los países asiáticos con personas de piel más oscura.

El ambiente es el idóneo en este momento, y estamos preparados para la intervención de Esther (Mayoko) como representante de la comunidad afrodescendiente. Mayoko decide romper con la dinámica y decir que no, que no hay más que una forma de ser mujer siendo lo que se llama ser mujer algo que tiene que cumplir un patrón determinado por el “cis-hetero patriarcado blanco racista colonial”, con lo cual “solo hay una forma de ser mujer y nosotras seremos otra cosa” pero no determinando si es a modo de provocación o no… Por otra parte, no entiende cual es la preocupación de la ruptura del feminismo, de aquellas que “no nos consideran humanas” terminando textualmente con “no tengo ningún problema en no marchar con ellas”.

La tensión, la euforia y la emoción siguen de la mano de Iki Yos Piña Narváez, representante del colectivo Trans y LGTBIQ que consigue relajarlo explicándonos que su género es “parchita caribeña, negra culisa, picapollo” y todo lo que no entra en la clasificación de occidente. Ellx nombra a Frantz Fanon y su idea “debajo de la línea de la humanidad”. ¿Qué es ser mujer? ¿Qué es ser hombre? Yos decide poner el foco en el “ser”: fruto de los delirios coloniales y del modelo heterocolonial. Después de estas sabias palabras que dejan un ambiente de reflexión interviene Mabel Chapata, representante de los pueblos originarios Quechua-Aymara de Abya Yala, alegando que la definición de ser mujer ha llegado de la mano del colonialismo, algo contrario a lo que estaba establecido ya que en su memoria ancestral; “ella pegada a la tierra, es parte de todo un cosmos, de toda una esencia”. Pero esa llegada con el colonialismo ha quitado ese derecho a vivir como ellos vivían. Para ella la energía femenina es concebida como “las guardianas de la vida y de la fertilidad de todo lo que nos rodea, Pachamama”.

Las preguntas expuestas en los siguientes bloques se centran en matices y sugerencias en las que Celia Montoya hace referencia a la falta de oportunidades y la presencia de la historia silenciada en el caso del pueblo gitano y sus más de seiscientos años de historia en territorio español. El cómo nos están vendiendo la moto con esa falsa hermandad entre mujeres siendo un claro ejemplo de lo que no deberían ser las personas, compartiendo con nosotros el dato del nombre de la calle donde reside el poder judicial en España: Marqués de Ensenada, nombre del autor del genocidio al pueblo gitano. Ella reivindica la investigación de esta historia silenciada y de una búsqueda de referentes. Fa continua con la dinámica de las preguntas ya que nos comenta que ella hace preguntas incómodas porque son las que generan cambio: ¿por qué luchas? ¿Cuál es tu finalidad defendiendo el feminismo hegemónico blanco? ¿Subyugar a otras mujeres no blancas? Fa consigue dejarnos reflexionando por un momento dejando claro que lo que mas le molesta es que ella lucha por todas las mujeres mientras que muchas veces ese feminismo es islamofobia detrás de los términos libertad y liberación.

Yos continúa hablando del determinismo biológico y de como el sistema sexo-género binario es una prisión de la que hay que escapar ya que es oportunista; de la mano del ejemplo de la falta de existencia de género en los centros de internamiento de extranjeros. Anna Fux, con esa voz pasiva pero con firmeza, ataca al feminismo blanco con las palabras “cuestiónate tú, no te voy a hacer el trabajo” y destapando el hecho de “mientras la mujer blanca escribe un libro sobre feminismo, la mujer filipina le cuida la casa y los niños”. Grandes palabras que ocasionan la intervención de Elena, orgullosa de las verdades que está escuchando.

Esther (Mayoko) demanda que se hagan efectivas las formas de reparación, como, por ejemplo, la regularización extraordinaria que pretenden impulsar la ILP de Regularización ya y para la que están recogiendo 500.000 firmas

Esther (Mayoko) decidida, expone que ella no se hace cuestionamientos porque está cansada, pero asegura tener un “pelín” de esperanza, lo único que ellx exige es el “ser”, el hecho de la necesidad de estar y no de ser, de estar en la alianza y de ser consciente de nuestra situación en cada uno de los momentos hacia las feministas blancas. Prosigue con que no se ofrece para hacerle a nadie el trabajo, ni tampoco apoya el poner un pin a las que ya han empezado. Demandando que se hagan efectivas las formas de reparación, como, por ejemplo, la regularización extraordinaria que pretenden impulsar la ILP de Regularización ya y para la que están recogiendo 500.000 firmas.

Termina con los cuestionamientos del sistema institucional cultural del Estado, explicando cómo muchos de los cuerpos allí presentes han estado siempre en los museos, pero disecados, expuestos, exhibidos… “Si no queréis que quememos los museos hay que empezar a pensar en este tipo de cuestiones”.

Mabel expone la importancia de la descolonización del feminismo hegemónico blanco y nos muestra textualmente como “sin reparación y justicia no podemos crear un futuro” de la mano de que nos den voz y palabra. O mas bien, que cojamos esa voz y esa palabra.

Una tarde que termina con una ronda de preguntas, con ganas de congelar el tiempo y poder quedarnos hablando días y días e intervenciones que se convierten en halagos por la experiencia vivida.

Una mesa de las que nunca están en la mesa, de las que están debajo de la línea de la humanidad, de las picapollos, de las afrodescendientes, de las asiáticas, de Abya Yala, de las gitanas, de las musulmanas, de las norteafricanas… De las sujeto-mujeres desde diferentes ángulos, comunidades, pueblos y corporalidades.

Increíble, necesario, didáctico, emotivo, revelador… Feminismos DiversAs.

Autora: Rëhá Bolekia Bueriberi
Fuente: El Salto

Iñaki Vázquez: “Ser gitano es una posición política y una forma de sentir y de interpretar el mundo”

Iñaki Vázquez: “Ser gitano es una posición política y una forma de sentir y de interpretar el mundo”

Activista gitano y LGTBIQ, Iñaki Vázquez apunta a la necesidad de alianzas entre todas las minorías para enfrentar el racismo político.

Nacido en Reus, el activista gitano Iñaki Vázquez, se trasladó hace seis años a Madrid para ponerse al frente de Khetane. Este catalán, de izquierdas “de cuando no existía Podemos”, activista de la disidencia sexual y de género y combativo, ha peleado casi todas las luchas desde el principio de la democracia.

Dejó el Instituto en Primero de BUP por necesidades familiares y como “constatación de que el sistema educativo fracasa con el Pueblo Gitano”. Aunque retomó posteriormente sus estudios, ya con más de 40 años, realizando un Grado de Educación Social en la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), un Máster de Inclusión Social con comunidad gitana en la Universidad Pública de Navarra y cursos y formaciones sobre radicalidad democrática y participación ciudadana.

En 2007 se involucró en la política local de Reus en la candidatura de Iniciativa per Catalunya -Esquerra Unida i Alternativa y, aunque no fue elegido concejal, estuvo implicado en el gobierno local.

Ha participado, además, en dos libros: El libro del buen [a]mor (Ay. de Madrid, 2019), en el que habla de la disidencia de género gitana, y, junto con Celia Montoya, en Antigitanismo 13 miradas (Traficantes de Sueños, 2021), que se centra en el antigitanismo en los medios y las redes sociales.

Vosotras siempre habláis de Pueblo Gitano más que comunidad, como hacemos nosotras, ¿verdad?

Sí, es Pueblo Gitano. Hay una disputa, aunque tampoco hacemos mucha sangre sobre eso, pero recurrentemente está presente la batalla con la nomenclatura: colectivo, unidad, población. Y bueno, el término pueblo tiene un contenido político y nosotros, siempre que podemos, lo utilizamos.

La denominación Pueblo Gitano es una concepción que no sólo la pensamos nosotros. La denominación que se utiliza internacionalmente para mi pueblo (Rroma), en español se confunde con el nombre de la capital italiana, Roma, pero en el resto del mundo no es así. En realidad, Rroma se puede traducir como Pueblo Gitano. Nosotros somos un pueblo muy atípico para la realidad de los estados modernos que salen del colonialismo. Somos un pueblo transnacional, con una identidad nacional, pero sin territorio. Ni lo tenemos, ni lo reclamamos, pero es evidente que después de seis siglos de sufrir antigitanismo y persecución, con todos los episodios de represión continuada que ha habido en la Europa occidental y en todo el mundo, tendríamos que haber desaparecido. El hecho de que sigamos existiendo significa que hay una clara voluntad identitaria por nuestra parte, es una entidad muy consolidada y nadie con un análisis mínimamente serio dudaría que somos un pueblo, en el sentido de una identidad.

Quisiera saber, ¿cómo es ser gitano en Cataluña? En el sentido de que Cataluña tiene un relato que se ha contado a sí misma, al igual que lo ha hecho España, sobre lo que le es y lo que no le es propio. Y, luego, además, pertenecer a una minoría que siempre ha estado tan perseguida como es el Pueblo Gitano…

En este aspecto se ha dado una cuestión curiosa. Yo siempre he estado muy orgulloso de ser gitano y lo he dicho, pero, cuando me presento, no digo: “Hola, soy Iñaki y soy gitano”. También mi fenotipo, mi apariencia, no responde al gitano prototípico: muy moreno y de cabello oscuro. O sea, que no se infiere directamente que soy gitano por mi apariencia física. Todo mi entorno y muchísima gente alrededor sabe que soy gitano, porque obviamente no lo escondo, pero no todo el mundo que me conoce lo sabe.

Yo trabajaba más en los ámbitos de otros movimientos sociales o de la política y, si bien sacaba siempre a colación reivindicaciones del Pueblo Gitano, tenía también otros ámbitos de actuación y me conocían más por mi militancia que por mi condición étnica.

Curiosamente, era más conocido en el ámbito del movimiento LGTBIQ, en el que he participado desde casi sus inicios. Y por estas cosas del sistema de dominación heteropatriarcal, que sabe cambiar y transformarse, llegaba un momento en el que estaba socialmente bien visto tener amistad con personas destacadas del movimiento LGTBIQ, pero, cuando yo empiezo mi militancia gitana de manera más activa y contundente, muchas de esas proximidades personales, ya no lo eran tanto: “Ah, ¿pero qué es gitano?”, “¿Pero cómo que es gitano?“.

Eso fue una constatación más, de algo que ya sabía pero que en mis propias carnes nunca había vivido: que el antigitanismo y el racismo están presente en todos los ámbitos de la sociedad, también en los supuestos ámbitos de la izquierda progresista, social y política. Cuando mi activismo gitano se destacó más, recibí esas miradas y actitudes de incomprensión.

¿Para ti fue difícil la salida del armario en tu entorno, con tu familia, amigos, conocidos y demás? Porque no sé si crees que eso es también otro tópico, el de que el Pueblo Gitano en general es muy heteropatriarcal.

Yo soy uno de los ejemplos y me consta que no soy el único, que ha sufrido este prejuicio de que el Pueblo Gitano es heteropatriarcal y machista por definición. Los gitanos tenemos LGTBIQfobia, por supuesto, pero no en mayor medida que en el resto de la población. O sea, que nosotros como pueblo participamos de esa estructura heteropatriarcal, pero, claro, el privilegio blanco proyecta hacia nosotros, los demás grupos racializados, aquello que no quiere ser en cada momento. Ahora está comúnmente aceptado que ser homófobo o LGTBIQfóbico es una cosa negativa, entonces proyecta hacia los que somos supuestamente diferentes, aquello que no quieren ser ellos mismos.

En mi caso, salí del armario en los 90. En esos momentos, la opinión pública generalizada sobre la disidencia sexual era radicalmente diferente a la que hay ahora. Fue un proceso personal complejo, como lo es siempre, ya que es un momento interno de autoaceptación y descubrimiento. Pero tengo que decir que siempre he recibido el apoyo de mi familia al 100%.

Déjame que te explique una anécdota de cuando yo era el portavoz de H2O (colectivo LGTBIQ de Tarragona). Ya sabes que en Cataluña hay una larga tradición de lucha LGTBIQ. Buscando descentralizar esas reivindicaciones que se daban siempre en Barcelona, en Reus fuimos los organizadores de la primera manifestación que podríamos denominar “del orgullo” fuera de Barcelona. Mi madre siempre me había dado apoyo personal, pero nunca había pasado, dijéramos, a la luz pública. Llegó el día de la manifestación, yo estaba allí con los compañeros y compañeras, con los nervios lógicos tras toda la preparación, y, de repente, veo a mi madre. Le digo: “Pero, a ver, mamá, ¿qué haces aquí?” y me dijo: “Bueno, eres mi hijo, tenía que venir”. Y la mujer, que es muy bajita, se colocó detrás de la pancarta de la asociación de madres y padres. Casi no se veía detrás de esa pancarta enorme, pero ella estaba allí. El hecho de vivirlo en primera persona también transforma la realidad y esto ocurre en cualquier grupo humano, también en el Pueblo Gitano.

Yo he tenido el apoyo absoluto de mi familia. Primero con expresiones de incredulidad, luego de cuestionarse, pero luego de aceptación total. Mis parejas han entrado en casa y han sido uno más, igual que mis cuñados o mis cuñadas.

¿Khetane, el espacio en el que has estado presente los últimos años, qué es exactamente?

En realidad, por formalismo legal es una unión de asociaciones. En la práctica, es una confederación de asociaciones gitanas. De forma que no hay un funcionamiento vertical y se respeta la idiosincrasia de las distintas asociaciones, que pueden tener dinámicas diferentes. La conforman 27 organizaciones gitanas de todo el Estado español, presentes en todos los territorios menos Galicia y Baleares.

Por sus características, Khetane es lo que en Europa se llama “organización paraguas”. En la base son nuestras organizaciones las que actúan en las comunidades o en los barrios gitanos en los que están presentes y nosotros, para no pisar el terreno a nuestros propios socios, coordinamos proyectos más en el ámbito de la incidencia política y de alguno de los ejes, que nuestras organizaciones, por esa tradición de ONGerismo y asistencialismo que hemos tenido y que probablemente seguimos teniendo, no desarrollan.

Por ejemplo, la lucha contra el antigitanismo en los medios de comunicación y en las redes sociales.

Para esto se puso en marcha un programa que se llama Rromani Pativ, que significa “dignidad gitana” y que actúa contra el antigitanismo en los medios y en las redes sociales. De ese programa sale una estructura, que se llama Red Antidiscriminatoria Gitana e intenta establecer alianzas entre profesionales y medios sensibles con las causas del antirracismo.

También, cuando el Gobierno, con el lío que se formó, tenía como una de sus funciones desarrollar una Ley de Igualdad de Trato, intentamos posicionarnos, valorar esas propuestas de Ley y hacer posicionamientos públicos.

Otro ejemplo es un programa importante que hemos desarrollado financiado por la Comisión Europea y se llama “Rroma Civil Monitor” y que pretende hacer informes de la sociedad civil gitana en cada país de la Unión Europea sobre la implementación de la estrategia nacional con respecto al Pueblo Gitano. Europa desde hace 12 o 15 años obliga a los Estados miembros a que tengan estrategias nacionales para actuar con la población gitana en su interior. En las evaluaciones que hace cada Gobierno es todo maravilloso, todo funciona bien y se consiguen grandes cosas. Digamos que la Comisión Europea se lo cree a medias y, por ello, ha impulsado la creación de informes sobre el impacto de esas estrategias nacionales en cada país. Nosotros coordinamos la elaboración de esos Informes en España desde el año 2017 hasta el 2020 y, muy probablemente, en el 21 también se hará.

Hace seis años que viniste a Madrid ¿cómo es ese salto?

Khetane no tenía sede en ese momento. Hacía años que trabajaba, pero lo hacía sin sede propia. Utilizaba la infraestructura, las sedes y oficinas de las organizaciones que era miembros, pero nada más. En ese momento, sube el nivel de financiación de Khetane y se decide abrir una oficina en Madrid.

Yo había colaborado esporádicamente con ellos en algunos temas, de manera altruista y voluntaria, y me propusieron venirme a Madrid. Me lo pensé un tiempo, porque era un cambio de vida, pero me encontraba en paro y, obviamente, por mi condición étnica también me motivaba. Así que desde noviembre de 2015 estoy viviendo en Madrid.

¿Desde que viniste a Madrid tú has ejercido como coordinador o como qué exactamente?

En principio, empecé a trabajar como coordinador de gestión, pero un par de años después se vio la necesidad de establecer una figura de dirección. Desde entonces, he desarrollado ese papel, el de director de la plataforma. Básicamente porque muchas veces, al funcionar como una confederación, las organizaciones están hiper ocupadas en sus respectivos territorios, y muchas veces actuar en Madrid, no tanto en el territorio, sino en Madrid como sede del Gobierno central requería mucha presencialidad y que hubiera la figura de un director o directora que jugara ese papel.

Y entonces tú has estado todo este tiempo, primero, como coordinador y, luego, como director, pero decidiste desvincularte y el pasado 1 de enero dejaste el cargo. 

Sí, tomamos esa decisión. El tema es que hay una problemática, que tenemos como movimiento asociativo gitano. Nuestras organizaciones llevan 30 o 40 años haciendo trabajo en sus respectivos territorios, pero pecan a veces de ese modelo de asistencialismo y están dirigidas por personas que son muy valiosas, referentes en todos los sentidos, pero que, aunque no todas, la mayoría son también personas muy mayores.

De alguna manera, no está habiendo el relevo generacional que todo movimiento social debería tener. Nosotros no tenemos ningún problema porque nuestros dirigentes sean mujeres y hombres mayores, el problema es que hay una falta de personal técnico gitano que, desde una visión gitana, aborde la problemática con una mayor profesionalidad y un mayor rigor y, sobre todo, desarrollen proyectos que empoderen a nuestras comunidades y que se alejen lo más posible de ese marco del asistencialismo.

Parece ser que ahora el marco político europeo apuesta por ese modelo de empoderar a las comunidades y nosotros hemos visto la necesidad de generar un espacio profesional gitano, porque hasta ahora todas las consultorías importantes que actúan en el campo gitano, están dirigidas por hombres blancos.

¿Y ese espacio de profesionalización técnico gitano está ya previsto?

Sí, se llama La Fragua Projects. Habrá una pequeña oficina en Madrid, pero no es un espacio para que venga la gente, más bien somos nosotros los que nos movemos a los distintos lugares.

También esta consultoría lo que pretende es actuar ante las instituciones públicas, porque lo que no puede ser es que las administraciones, el Gobierno de España, los gobiernos autonómicos, los ayuntamientos, etc., sólo cuenten con asesorías payas blancas para actuar con el Pueblo Gitano. Pretendemos que sea un referente no solo para las organizaciones gitanas, sino también para las administraciones públicas.

Te quería preguntar qué elementos comparte el Pueblo Gitano, qué cosas le unifican. ¿Dónde está esa identidad gitana?

Si hablamos del conjunto del Pueblo Gitano, diría que el trazo identitario común es la lengua, digamos de manera inicial, luego hay otros componentes de carácter político, coyuntural, etc. Comúnmente, entre los gitanos del mundo, es gitano quien habla gitano en su casa. En los gitanos en España esto no es así exactamente, pero no por dejadez o desidia nuestra, sino porque se aprobaron leyes explícitas prohibiendo hablar la lengua gitana, el Rromanes.

¿Y el caló?

No, no. Bueno, sobre todo esto hay una discusión profunda en el seno del Pueblo Gitano.

El caló, en realidad, es una variante dialectal del castellano. Bueno, hay también una variante del caló del catalán y una variante del caló en euskera.

En el caló se utiliza la estructura lingüística sintáctica del castellano, introduciendo palabras y expresiones formales procedentes del Rromanes. Por ese motivo no se puede considerar una variante del Rromanes porque ha perdido su estructura originaria.

Cuando en España se prohibió hablar Rromanes, bajo pena de cortar lengua y orejas, construir ese caló se convirtió en una estrategia de resistencia del Pueblo Gitano para que perviviera una forma de comunicación propia.

Con respecto a la anterior pregunta, sobre dónde se encuentra la identidad gitana, ese sería el trazo principal, la lengua.

El segundo trazo que también nos une identitariamente sería sufrir el antigitanismo. Al ser un pueblo disperso por prácticamente todo el mundo, en un estado ideal, en un sueño perfecto, sin la discriminación estructural que nos atraviesa, probablemente nos identificaríamos exclusivamente con la identidad del país o el lugar donde hubiésemos nacido, viviésemos o fuesen nuestras familias desde hace generaciones. La persistencia del antigitanismo desde hace siglos hace que nos conformemos como grupo identitario independiente. Cuando hablamos con nuestros hermanos de otras partes del planeta y nos explican qué cosas viven, te unes mucho a ellos y ellas, porque a pesar de las diferencias que hay entre los países, hay un trazo común que nos identifica y es esa vivencia compartida.

Para mí ser gitano es una forma de sentir. Yo no adopto personalmente ese discurso genético, porque pienso que la mayoría de los seres humanos somos mestizos, pero ser gitano es una posición política y una forma de sentir y de interpretar el mundo. Una cosmovisión del mundo y un conjunto de valores que se ha ido construyendo a través de siglos de represión.

Encontré en Internet una Asociación en Valencia que son Juristas Gitanos. Te quería preguntar qué sabes de su trabajo y si te parece importante su presencia.

Es de reciente creación, hará un par de años, es relativamente nueva.

En las últimas décadas hay personas gitanas que han accedido a los estudios universitarios y ya tenemos un corpus de abogados y juristas, incluso algún juez. Muchos de ellos empiezan sus carreras con la motivación de defender al Pueblo Gitano porque ven su realidad. Ven que hay un aspecto, un ámbito de la lucha, que al final tiene que dirimirse en los juzgados o puede llegar a hacerlo. Si acudes a las instancias payas, probablemente, o no den credibilidad a tu testimonio o son muy difíciles de demostrar los agravios y casos de discriminación a los que te ves sometido.

En Khetane hemos firmado un acuerdo de colaboración con esa organización en el que hemos estado desarrollando un programa de asesoramiento jurídico que se llama Khetanipe y en el que nos proponemos incluso plantearnos litigación estratégica en determinados casos, con el objetivo de sentar jurisprudencia.

Creo que este tipo de asociaciones son interesantes porque la Justicia no es un órgano ni un poder neutro. La Justicia es también la justicia blanca. Las leyes son esa materia prima con la que trabajan los juristas, pero hay leyes que hay que trabajar para derrumbar.

Por tanto, mientras sigamos siendo un pueblo discriminado, tendremos más posibilidades de ser defendidos en buenas condiciones si contamos con juristas gitanos.

¿Por dónde crees que pasaría hoy en día la construcción del antirracismo político? Y ahora me refiero al antirracismo que engloba a todas las comunidades racializadas.

Tiene que incrementarse la consciencia, hablo en este caso de las comunidades gitanas, de que el racismo es un fenómeno estructural.

Si las minorías sabemos unir las fuerzas, preservando nuestra propia identidad y forma de funcionar, tenemos grandes posibilidades de transformar algo o, por lo menos, de incidir. Quizás no somos verdaderamente conscientes que somos muchas minorías, pero, juntas, no somos ya tan minoría.

Ya no solo por inteligencia política, también porque cuando tomas consciencia de cómo se articula a lo largo de la historia y a nivel político y social el racismo, no puedes ser impasible a lo que les pasa a los hermanos negros o a organizaciones y personas moras o indígenas. No se puede ser impasible por coherencia.

De hecho, el movimiento gitano en la última década está virando más hacia la lucha contra el racismo político. Este giro en la acción de la sociedad civil gitana consolida una doble vía de actuación prioritaria: la acción cotidiana de las organizaciones que dependen de financiaciones públicas y el activismo antirracista juntamente con los hermanos y hermanas racializadas, que es un activismo voluntario, que avanza a trompicones y con el esfuerzo y el sacrifico de todos y todas.

Te iba a preguntar también por las nuevas generaciones, en especial las Rromanies. ¿Cuál es el papel al que están llamadas desde tu punto de vista?

Hay que incorporar a las nuevas generaciones, a las compañeras racializadas jóvenes, que ya no tienen dudas en torno a que la lucha política contra el racismo es el único camino y, si es el único camino, no puede ser que vayamos por separado los diferentes grupos o colectivos.

Tenemos que establecer objetivos comunes para conseguir mayores cosas, de incidencia política, de capacidad de movilización y de transformación social también dentro de los movimientos sociales hegemónicos, el movimiento feminista, el LGTBIQ, para que incluyan las reivindicaciones de los grupos racializados, que difieren en muchos aspectos de las suyas propias. No tenemos por qué asumir el análisis del privilegio blanco como propio.

Foto: La Fragua Projects
Autora: Elena García
Fuente: El Salto