Las identidades de frontera te hacen universal
El nuevo director de Justicia i Pau galopa en su discurso interseccional, eco-feminista y pro “todos” los Derechos Humanos
Cuando nos planteamos entrevistar a Miquel Torres sabíamos que aparecerían conceptos con los que no estamos habituadas a tratar desde un medio LGTBIQ, pero atendiendo a la trayectoria del recientemente designado director de Justicia i Pau sería inevitable abordarlos. Predispuestas a convivir con esa incomodidad nuestra intención inicial es que salieran reflexiones que pusieran encima de la mesa enfoques de la actualidad desde un punto de vista diferente. Aparcamos los apriorismos (y algún dogmatismo también, lo confesamos) y nos predisponemos a entrelazar un diálogo con este excelente conversador. Conocernos de hace años nos da esa ventaja. Sabemos a lo que vamos.
Los últimos coletazos de la pandemia hacen que nuestro encuentro sea a través de las pantallas de nuestros ordenadores. Esto provoca que la comunicación se convierta en algo siempre frío, pero en el caso de Miquel esa sensación se acrecienta. Son muchas las reuniones compartidas en años de activismo gitano y de la disidencia sexogenérica. Antes de entrar en materia, como de costumbre una buena dosis de risas, ironías y mofas que nos relajan y nos hacen olvidar la distancia. Después de la última broma, nos proponemos empezar la entrevista con el rigor y la seriedad que requiere.
Miquel, primero nos gustaría que nos hablaras de ti. ¿Quién es Miquel Torres? ¿Cómo te definirías identitariamente?
Si te soy sincero yo me siento en tierra de nadie identitariamente: Para los payos siempre he sido el gitano gracioso, que sabe hacer cosas y que comunica bien, en cambio, para muchos gitanos he sido un poco “apayao” ya que no represento el prototipo de gitanidad que todavía muchas personas romaníes tienen en sus cabezas sobre si mismos. Yo he tomado consciencia que estoy en la frontera de lo identitario y he hecho de esa posición mi punto de anclaje. Ser una persona de frontera significa que no tengo tierra, no tengo lengua y no tengo país, pero justamente eso me da una dimensión universal. Esa universalidad es la que conecta con lo trascendente, con lo que podríamos llamar espiritual. Dicho de otra manera, esa forma de desposesión me hace conectar como parte del mundo, especialmente con quien más sufre, con el mundo más doliente, más sufriente, diríamos los cristianos.
Me viene a la mente ahora mismo el papel de las y los mártires. Se cree que los mártires son quienes fueron asesinados por su fe religiosa. En cambio, el vocablo viene del término del griego antiguo “Martiría” que significa el que denuncia lo que no funciona. O sea, es quien ha tenido los ovarios de plantarse y por eso precisamente le han matado. Esta es la razón por la que las que hemos tenido que luchar nuestra propia construcción personal nos convirtamos en las mártires modernas por denunciar lo que no funciona en lo establecido y en lo normativo.
Me llama la atención esa referencia que haces a la falta de empatía ¿crees que las “gentes de frontera” podéis contribuir a incrementar esa empatía?
Por supuesto que sí, pero lo que pasa es que debemos practicarlas. No con tenerlas basta. Primero debemos ser conscientes que debemos alejarnos de cualquier privilegio que podamos ostentar. Ser alguien de frontera te impone autocuestionarte y revisarte. Esto es muy importante porque si no puede “confundirte”. Por ejemplo, las décadas de activismo que muchas ya tenemos nos asignan un cierto estatus, un nivel de relación, una aparición en medios, una relevancia. Hay que estar vigilantes ante eso. Hemos nacido sin voz y hemos conseguido tenerla porque nos la hemos currado. Si esa voz no se transforma en un instrumento para muchas causas, se convertirá en una herramienta del egoísmo y la mentira.
Es muy fácil caer en que “te creas que te escuchan”, pero lo cierto es que eso suele ser un espejismo y en realidad no te escucha “naide” (reímos a carcajadas las dos poniendo bastantes caras a esa frase lapidaria pronunciada con deje suburbial). No debemos perder la vocación primera. Yo me siento con esa obligación vocacional y profética. En ese momento Miquel esboza una sonrisa irónica de quien sabe que está utilizando un tipo de lenguaje explícitamente cristiano.
Háblanos un poco de la entidad y su vinculación con la Iglesia Católica. No pretendemos esconder que habitualmente los grupos de defensa de los derechos de las disidencias sexuales y de género y los espacios espirituales están en controversia.
Justicia i Pau Barcelona, desde la llegada de Arcadi Oliveras a la presidencia, cambia la dirección de su mirada de manera significativa. Es cierto que somos una organización de raíz cristiana y nos sentimos gente de Iglesia, pero no hablamos en su nombre ni lo hacemos, por supuesto, en nombre de ningún jerarca. Además, no somos una única voz. Si quieres somos unas voces diversas de un cristianismo más trasgresor. Denunciamos para transformar un mundo que es injusto. Esto fue y es un planteamiento con mucha fuerza y potencia.
Desarrollamos 4 ejes de actuación. Los dos primeros están completamente enraizados en la misión y en la visión de la entidad: La defensa de “todos” los Derechos Humanos y la promoción de la cultura de la paz y la reconciliación. De ahí surgen dos ejes más que también tienen un potencial transformador importante: la justicia restaurativa en prisiones desde un enfoque de rehumanización de las personas privadas de libertad y por último el eje de ecología y justicia social. De este último eje, nosotras vinculamos la crisis climática con las consecuencias de las sucesivas crisis sociales. En este sentido las cristianas tenemos la gran suerte de contar con el Papa Francisco que ha supuesto “Agua de Mayo” ya que no proviene del privilegio blanco europeo y su condición de jesuita y latinoamericano le vinculan a una forma de practicar el evangelio ligado a las necesidades y sufrimiento de la gente. Su discurso esta siendo muy transformador cuando nos dice que no es tan importante ir a misa comparativamente con encontrar en el más sufriente, en el migrante o en el gitano del mercadillo al verdadero Jesús. Es verdadera teología de la liberación, pero nada más y nada menos que dicha desde el Vaticano. Eso es lo que está molestando a ciertos obispos, diócesis, y a parte de la curia. Justicia i Pau de Barcelona entiende que este mensaje es completamente actual y que hay que ayudar a desarrollarlo. Desde ese punto de partida compartimos el discurso que asegura que seas hétero, gay, trans, queer o cis todas pertenecemos a un mismo ecosistema llamado humanidad. Nos sentimos obligadas a trabajar contra el cambio climático, la justicia social, la economía circular y solidaria, la banca ética, contra cualquier privilegio, contra la guerra, contra la monarquía, etc.
En esa línea actuamos en pro de la defensa de los “todos” los Derechos Humanos enviando “mensajes que molestan” a los diferentes gobiernos que tienen responsabilidades sobre pueblos indígenas, afrodescendientes, del Pueblo Gitano, entre otros, o de colectivos como el LGTBIQ o las víctimas de las violencias machistas, para que esos derechos que son sistemáticamente vulnerados deben ser respetados y reparados. Sin duda queremos “aprender” a tener esa mirada interseccional, siempre desde nuestra propia particularidad.
Siguiendo el hilo de esta última respuesta, desde tu nombramiento como director se ha destacado tu visión interseccional. ¿Que significa para ti una visión interseccional de la defensa de los Derechos Humanos?
Desde mi punto de vista yo no puedo interpretar una vulneración de los Derechos Humanos sin contemplar el prisma de la intersección. Hay que abandonar la comodidad de interpretar la realidad solo desde lo que a mi mismo me atraviesa para afrontar los retos de la diversidad. Como gitano, cristiano y gay se en primera persona que este aspecto es fundamental si queremos conseguir los objetivos que nos proponemos.
Es cierto que este elemento nos supone un “trabajón” impresionante. No estamos preparadas para eso y tampoco estamos educadas para afrontar este tipo de retos. Tendremos que transformarnos necesariamente. Este no es un tema prescindible. La visión y la acción interseccional es un compromiso ineludible, desde lo personal hasta lo colectivo.
Tras esta primera parte más conceptual nos gustaría ahondar en aspectos concretos para conocer tu opinión. Para un cristiano gay y gitano como tu, ¿cual es el estado de la Defensa de los Derechos Humanos en la Catalunya de 2022?
Estamos viviendo una verdadera tragedia desde el punto de vista de la defensa de los Derechos Humanos. Constatamos que se redactan leyes y se designan instituciones en pro de los Derechos Humanos, junto con un movimiento social cada vez más amplio y diverso en este campo, pero el auge de los discursos de odio en las redes sociales y en los medios de comunicación o en declaraciones de responsables políticos, que parecen más comentarios de tabernas, incitan y promueven estereotipos y mitos contra determinados colectivos de seres humanos. Este ruido constante silencia el inmenso trabajo que realizamos la sociedad civil en la defensa de los Derechos Humanos, que por definición siempre es un tipo de actividad más discreta, sosegada y desde la corta distancia con las personas afectadas y sus entornos.
Nos preocupa, por ejemplo, el “asco” a la pobreza que se está instalando en la sociedad mayoritaria, o el odio hacia las minorías étnicas, como el Pueblo Gitano y la violencia contra las mujeres o las personas que salen de la normatividad por su opción sexual o de género. Se están instalando en la opinión pública de manera muy generalizada ideas que consideramos muy peligrosas. Como sociedad cada vez nos olvidamos más que estas personas tienen familias, seres queridos, de que tienen sentimientos y sueños. Nos olvidamos de que son personas y que como tal tienen derechos.
Desafortunadamente nos hemos focalizado en lo institucional, pero estamos retrocediendo en la batalla de las ideas de buena parte de nuestra conciudadanía. Y como siempre los gobiernos no concretan partidas presupuestarias suficientemente dimensionadas para trabajar este terrible fenómeno.
Ante esta situación que defines ¿Crees que las organizaciones religiosas tienen un papel en la defensa de los derechos de la disidencia sexual y de género?
Mi elección como director es una señal, ni más, pero tampoco ni menos. Es un gesto de acercamiento a realidades que injusticia y sufrimiento, como lo son el colectivo LGTBIQ y el Pueblo Gitano a las que las cristianas de base deben acercarse para entrelazar luchas y conocimientos.
Desde nuestra mirada como cristianas, creo que el rol que nos corresponde tiene que ver con el concepto de “misericordia”. Se trata de ponerte en los zapatos de quien sufre. Entender su posición, sus sufrimientos, sus motivaciones y aspiraciones. Se trata de poder darnos la mano, entender nuestras diferencias como un valor positivo entre nosotras y luchas juntas. Acompañarnos en nuestro camino.
En nuestra voluntad está actualizar nuestras formas y conocimientos para provocar el encuentro con otros colectivos con los que no hemos trabajado aún. Se trata de conocernos más, establecer dinámicas de aprendizaje, colaboración y apoyo mutuo. Nuestra intención es acompañar, sin suplantar, luchas que confluyan en la defensa de los Derechos Humanos. Sin suda, Justicia i Pau no puede permitirse dejar de lado un colectivo tan importante como el LGTBIQ. Nos sentimos interpeladas a que eso no sea así desde ya.
Nuestra posición dentro de la Iglesia Católica, con voz propia, crítica y trasgresora no solo debe intentar provocar debates en torno a los innegables derechos de las personas LGTBIQ si no sobre otras muchas situaciones que incluso puedan contraponerse con nuestros propios conceptos morales. Cabe decir que estamos en un proceso de reflexión en el que vamos a validar un plan estratégico de la entidad que incluya, entre otras cosas, transformar nuestra entidad para que pase de ser femenina (por composición) a eco-feminista. Estos son debates de mucho calado y que necesitan tiempo y procesos de escucha y desarrollo de empatía por lo que probablemente implicará un cambio en nuestro enfoque. La ecología y el feminismo deben formar parte del ideario que promueva Justicia i Pau para que vuelva a jugar el papel fundamental dentro de la sociedad civil catalana, como el que desarrolló años atrás.
Por último, todos los expertos nos alertan de que el racismo tiene nefastas consecuencias para millones de personas. ¿Esta podría ser una de las principales fuentes de vulneración de los Derechos Humanos en la actualidad?
Sin duda el racismo es uno de los ejes que provoca mucho dolor e injusticia en el mundo actual. En este sentido vamos a incluir un plan de interculturalidad que aborde desde como redactamos nuestros documentos a como desarrollamos proyectos de cooperación con países de Latinoamérica, por ejemplo.
Para ello será necesario deconstruirnos y abandonar la “blanquitud” en la que probablemente hayamos podido estar instaladas. Identificar la fuente de como se articula el privilegio étnico debe suponer un cambio de pensamiento y de acción.
Si hablamos más específicamente de antigitanismo, desde mi punto de vista, su combate no está asumido por la sociedad civil catalana, ni siquiera por una minoría cualificada. Llevamos más de 600 años aquí y hemos contribuido indudablemente al acerbo cultural catalán, pero no tenemos el reconocimiento de ello. No hemos sido un pueblo escuchado y tratado con equidad. Siguen existiendo situaciones de discriminación en el ámbito del trabajo, o del acceso al mercado de vivienda solo por el hecho de ser o parecer gitano, por tus apellidos, por tu color de piel. En realidad, hay mucha hipocresía en todo esto. La sociedad catalana tiene una cuenta pendiente con el Pueblo Gitano.
Hemos visto como ha habido una fuerte inversión social con el Pueblo Gitano desde la transición democrática a nuestros días, pero desde los preceptos de la integración que, indudablemente atendiendo a los datos de decenas de informes y estudios, no ha provocado los cambios necesarios, estableciéndose como la herramienta idónea de la asimilación de todo un Pueblo que mantiene una actitud de resistencia y una clara voluntad de ser y de permanecer a pesar de que eso suponga estar en inferioridad de oportunidades.
Debo decir que tengo mucha esperanza en las mujeres gitanas jóvenes. Son la luz del Pueblo Gitano y la salida a la situación de ostracismo que se vive en la actualidad, sin perder la identidad, pero incorporando nuevos valores llenos de dignidad. El auge del feminismo romaní y de los activismos de la disidencia sexual y de género, el combate contra la emergencia climática y contra el antigitanismo son algunas de las ideas que, con voces diversas, las mujeres gitanas jóvenes están incorporando entre ellas y al conjunto del Pueblo Gitano.
Con ese desiderátum acabamos la entrevista entre besos “virtuales” y abrazos “gestuales” y emplazándonos a volvernos a ver pronto. Miquel luce una amplia sonrisa para despedirse llena de ternura y calidez. Sus palabras llenas de intención llenan mi mente durante horas. Que su energía perdure para cambiar su mundo y el de todas.
Autor: Iñaki Vázquez Arencón
Fuente: La Fragua Projects