Este libro, prologado por Iñaki Vázquez, ya se editó en una versión resumida por el Ministerio de Educación y Formación Profesional a principios de 2022. Ahora AECGIT hace su publicación extensa en formato online y en papel.
El libro “Educar frente al antigitanismo. Una inaplazable contribución a la justicia y a la formación integral”, de José Eugenio Abajo Alcalde fue uno de los 4 libros que contienen los “Materiales sobre la Historia y Cultura del Pueblo Gitano en Educación Secundaria. Educar frente al antigitanismo” que el Ministerio de Educación publicó a principios de 2022.
Muchas gracias compañero José Eugenio por posibilitar nuestra participación y por el trabajo incansable que desarrollas tú personalmente y la Asociación Enseñantes con Gitanos en el ámbito educativo con el Pueblo Gitano.
Este libro es un buen instrumento para los profesionales de la educación y deberían ayudar a avanzar hacia una educación inclusiva y respetuosa con la diversidad étnico/racial y para que se convierta en un activo contra los prejuicios antigitanos.
En este completísimo trabajo se recogen infinidad de referencias, recursos e instrumentos que sirven para analizar la situación y proponer cómo actuar en el campo educativo incluyendo una perspectiva antirracista y de lucha contra el antigitanismo. Una de las lecturas imprescindibles.
Educar frente al antigitanismo: nuestra mirada (re)crea la realidad
El efecto Pigmalión, sesgado por la clase social y etnia
“Llevo varias noches sin dormir”. Así comenzó su ponencia Ana Vásquez, en unas Jornadas similares a éstas. Esta psicóloga chilena había realizado una investigación sobre la situación escolar de la infancia inmigrante en París y ahora tenía que “devolver” la información al colegio en el que había estado observando. En esos meses había trabado cierta amistad con la maestra en cuya clase había permanecido más tiempo. ¿Y qué es lo que la quitaba el sueño a esa investigadora?: el hecho de había cuantificado cómo esa maestra en su clase al alumnado inmigrante le dedicaba mucho menos tiempo de atención (en cuanto a miradas, preguntas, corrección de ejercicios y elogios) y esto, aunque de un modo inconsciente, evidenciaba menores expectativas sobre ellos y alimentaba el autocumplimiento de la profecía negativa.
Investigaciones como la de Ana Vásquez nos informan de que existe el riesgo de que las expectativas del profesorado estén influenciadas por los estereotipos de clase social y etnia y de que el etiquetaje negativo se dé con mayor frecuencia con respecto al alumnado procedente de niveles socioeconómicos más bajos y de minorías étnicas. Es decir, que el conocido “efecto Pigmalión” (o “autocumplimiento de la profecía”) no se distribuye aleatoriamente, sino que está sesgado clasista y racialmente.[1] La UNESCO (2018) advierte también de ese peligro: “Los estudiantes de grupos sociales desfavorecidos, como las niñas, las minorías o los discapacitados sufren frecuentemente como consecuencia de los prejuicios de los docentes, lo que se traduce en tener bajas expectativas sobre las capacidades de estos estudiantes. Los docentes que tienen bajas expectativas sobre sus estudiantes se esfuerzan menos por ayudarles a aprender, además de desanimarles de formas más sutiles, con el resultado final de que estos estudiantes tienen frecuentemente un rendimiento académico más bajo. […] Y a la inversa.” La psicóloga Elena Martín (2018), por su parte, subraya el efecto de reproducción de las desigualdades que conlleva esta dinámica: “En las expectativas y juicios de los docentes, se producen sesgos asociados a rasgos personales y sociales del alumnado […] Los juicios son siempre más negativos para estudiantes de colectivos vulnerables por distintas características (etnicidad, clase social, género, hablar otra lengua, necesidades educativas especiales) […]. Este hecho supone un serio problema para la equidad de los sistemas educativos” (Elena Martín, 2018).
Considero fundamental que los trabajamos en el ámbito educativo nos sintamos interpelados por el alto fracaso escolar del alumnado gitano y su segregación y nos preguntemos: ¿El fracaso y la segregación escolar de buena parte del alumnado gitano está reproduciendo y perpetuando la estereotipia desvalorizante sobre el Pueblo Gitano (P. G.)?, ¿Existe riesgo de una transmisión intergeneracional de la pobreza?, ¿Desde el ámbito educativo y socio-educativo podemos ser agentes de transformación?
Para profundizar en el conocimiento de esta realidad vamos a servirnos del “Método de encuesta”: I) Ver (los hechos y los datos), II) Analizar (las causas y explicaciones) y III) Actuar (líneas de trabajo necesarias a la luz de los aportes de las dos fases anteriores).
Conclusión: ¿por qué nuestros centros educativos necesitan que estén en ellos las y los gitanos?
Gloria Steinem en “Mi vida en la carretera” comenta que en los 60 dio una charla que tituló: “Por qué la Facultad de Derecho de Harvard necesita a las mujeres y no al revés”. Desde ese encabezamiento trataba de transmitir que las mujeres también tienen que estar en esa Facultad, por supuesto, pero que la propia Facultad las necesita, porque ¿de qué Derecho y de qué Justicia va a hablar esa Facultad si excluye a las mujeres de estudiar en la misma?
De un modo similar, debemos luchar por que las y los gitanos logren el máximo de titulaciones y estén presentes en todos los puestos laborales, pero sin dejar de subrayar que también los centros formativos y de trabajo necesitan que estén los gitanos y gitanas en ellos, pues, de lo contrario, ¿cómo podemos hablar de “inclusión”, “progreso”, “democracia”, “igualdad de oportunidades”…?
Seamos conscientes o no, nuestros centros escolares contribuyen a la reproducción del antigitanismo de diversas maneras y, en sentido contrario, pueden erigirse en palanca para su erradicación. Una educación que se posicione contra el antigitanismo no solo es un acto de justicia hacia el Pueblo Gitano y su infancia, sino que representa la mejor vía de acceso a una escuela y una sociedad más decentes.
[1] El efecto Pigmalión negativo sobre el alumnado de minorías étnicas en los centros escolares supone la aplicación al sistema educativo de los criterios jerárquicos clasificatorios de la alteralidad. Vid.: M. J. Díaz-Aguado, 1985; A. Vásquez e I. Martínez, 1996; J. E. Abajo, 1996; J. E. Abajo y S. Carrasco, 2004; J. W. Schofield, 2006; J. Pàmies, 2006; B. Ballestín, 2008; B. García Pastor, 2011; A. Tarabini, 2016; F. Macías, 2017; UNESCO, 2018; E. Martín, 2018.
Foto: Cedida
Publicación: Asociación Enseñantes con Gitanos (AECGIT)
Autor: José Eugenio Abajo Alcalde