La lucha dentro y fuera de las instituciones consigue convertir el antigitanismo en delito

La lucha dentro y fuera de las instituciones consigue convertir el antigitanismo en delito

La negociación de la Ley de igualdad de trato trajo la semana pasada una conquista para el pueblo gitano: la aprobación de una enmienda que introducía el Antigitanismo en el Código Penal. La también conocida como ley Zerolo está pendiente del dictamen de la mesa del Congreso para seguir su tramitación hacia el Senado

“Estamos muy contentos pero estamos reventados”, así de franca hablaba Patricia Caro Maya, activista por los derechos gitanos, y excandidata al Parlamento Europeo por Unidas Podemos, el pasado viernes con el Salto, que un par de día atrás se apuntaba una conquista: El antigitanismo entrará en el código penal, o al menos se dieron los primeros pasos para que esto sucediera, un avance que no daban por descontado: “Se lo arrancamos al PSOE de último momento. Llevamos tres años negociando esto, más el tiempo que lo hemos trabajado fuera y es como que ahora nos ha entrado el cansancio, como cuando te quitas el peso de encima”.

Son tres años en efecto los que venían peleando porque el antigitanismo dejara de ser impune de la mano de la ley de igualdad de trato, conocida como ley Zerolo al ser el diputado del PSOE quien primero apuntó a la necesidad de legislar en la protección de las minorías. No fue hasta 2021, cuando finalmente el PSOE registró el proyecto de ley que plantea aprobar en esta legislatura.

La ley integral para la Igualdad de Trato y la No Discriminación, que legisla contra la discriminación “por razón de nacimiento, origen racial o étnico, sexo, religión, convicción u opinión, edad, discapacidad, orientación o identidad sexual, expresión de género, enfermedad, situación socioecónomica o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, sigue adelante en su tramitación, incorporando algunas enmiendas transaccionales como la inclusión del antigitanismo en el código penal. Así por primera el antigitanismo estará tipificado como un delito, que conllevará una pena de uno a cuatro años de prisión.

“Al meter esta modificación del Código Penal tiene que pasar a la mesa del Congreso y la mesa tiene que dictaminar, tiene que decidir entre dos opciones: una de dos, o hace que la ley entera sea orgánica o solamente será orgánica para algunos artículos y los otros se quedan en rango administrativo”, explica Caro, que prevé que la mesa del congreso, que debe tomar esa decisión, lo haga el próximo martes. Al ser la ley orgánica, apunta, necesita los votos de tres quintos del Congreso para pasar al Senado.

No puede ser que la igualdad de trato entre mujeres y hombres, payos y payas sea una cuestión de derechos fundamentales, que por eso la ley es orgánica, y la igualdad que viene a regir otro tipo de categorías no lo sea.

A pesar de que se haya complicado el proceso Caro considera que era central defender que la norma deviniera orgánica: “nosotros decíamos no puede ser que la igualdad de trato entre mujeres y hombres, payos y payas sea una cuestión de derechos fundamentales, que por eso la ley es orgánica, y la igualdad que viene a regir otro tipo de categorías no lo sea. Porque entonces estás institucionalizando derechos de segunda”, defiende la diputada.

Patricia Caro contesta con su compañero de partido, Ismael Cortés, al lado. Este investigador, diputado de En Comú Podem-Guanyem el Canvi, desde 2019, lleva una década luchando contra el antigitanismo, primero desde Europa y ahora en el Congreso. “Es una alegría indescriptible y que me viene de sorpresa porque hasta el último segundo yo no sabía realmente que era una modificación que se iba a producir y que iba a ser aceptada por el resto de grupos de la Cámara, realmente por los dos grandes grupos, del Partido Popular y Grupo Socialista”, explica Cortés, que si bien argumenta que había buena sintonía con el PSOE, la misma no ha estado libre de incertidumbre hasta que se revelase la incógnita “prácticamente en el último segundo antes de que se convocara la votación en la Comisión”.

No es la primera vez que desde el grupo parlamentario intentan introducir este cambio,  ya en la legislatura anterior trabajaron en este sentido pero la propuesta no pasó con los votos en contra de PSOE y PP. El contexto sin embargo ha cambiado, y eso, considera el diputado, se ha hecho notar: “este año impulsamos una subcomisión entera específica para hablar del tema de la antigitanismo y ahí absolutamente todos los ponentes que han venido, independientemente del grupo político que los haya propuesto, todos han pedido la inclusión del antigitanismo en el Código Penal”.

Reparación

Así, la inclusión del antigitanismo dentro del artículo 22.4, que es el agravante por delitos de discriminación y el 510 que son los delitos de odio, supone una gran victoria, pues implica el reconocimiento legal de que existe “una discriminación específica contra el pueblo gitano, que no es de ahora, que dura más de 600 años”, apunta Caro, para quien esta medida cuenta con un impacto en la “autoestima colectiva del pueblo gitano”. Es para esta activista una cuestión de justicia. Que además permite que las personas gitanas “retomen la confianza en las instituciones, que se den cuenta de que la participación política importa”. 

“El activismo gitano ha estado muy pendiente también ejerciendo una presión sobre las propias primas y los primos diputados y también desde la calle”

E importa, es fundamental para la ecuación, considera Celia Montoya, el activismo gitano. Esta actriz y activista, actualmente en La Fragua Projects, considera que los diputados gitanos en el Congreso (el propio Cortés, pero también la diputada Beatriz Carrillo del PSOE y Sara Giménez de Ciudadanos) han cumplido, trasladando a las instituciones una demanda que el movimiento reclamaba desde hace tiempo.  “El activismo gitano ha estado muy pendiente también ejerciendo una presión sobre las propias primas y los primos diputados y también desde la calle”, muertes como las Eleazar o Manuel Fernández han mostrado la cara más dura del antigitanismo pero también han sido un revulsivo para la movilización en los últimos años.

El amplio acuerdo entre los grupos parlamentarios deja también otro mensaje fundamental para Caro: “A veces, en la política es necesario poner las medidas por encima de los colores políticos, cuando esas medidas son para el bien común de la gente”. Y es que salvo VOX, que se abstuvo, todos los grupos votaron a favor. Caro piensa que cuando la normartiva pase al pleno votará en consecuencia, pues aunque se permita mostrar disidencia en la subcomisión. “No tienen narices de decir que no a esto”.

“En los últimos años hubo un movimiento, una organización del desencanto”, es entonces, explica Montoya, “cuando se empieza a hablar de introducir el antigitanismo en el Código Penal”, la integrante de la Fragua ve en su consecución dos dimensiones: una tiene que ver con la sensación de que se ha hecho justicia, la otra con que percibe la entrada del antigitanismo  en el código penal como una herramienta útil. “No se consigue la panacea, pero sí que es el inicio de un camino que creo que es imparable. En la lucha contra el antigitanismo es como si se hubiese acelerado la rueda: en pocos años se han conseguido grandes cosas”. Para esta activista este cambio obrado en la última década tiene que ver con una claridad mayor a la hora de conocer los propios derechos y exigir su respeto. “Esto es algo emocionante”.

Fuente: El Salto
Autora: Sarah Babiker

Paso histórico en la lucha contra el antigitanismo

Paso histórico en la lucha contra el antigitanismo

“Esta discriminación es fruto de un proceso social y político que ha empujado a la creación de situaciones donde se vulneran todos los derechos de estas personas. Ahora, este odio y esta hostilidad será penada”, comenta el diputado Ismael Cortés, impulsor de la iniciativa

El antigitanismo no es un concepto nuevo. Algunos académicos británicos como Ian Hancock comenzaron a usarlo en los años 80, pero el término cobra fuerza a partir del 2011 cuando la Comisión Contra el Racismo y la Intolerancia del Consejo de Europa aprueba la recomendación número 13 y se le asigna una categoría institucional a nivel Europeo. Soraya Post, eurodiputada romaní sueca, perteneciente al partido feminista, impulsó hasta tres resoluciones contra el antigitanismo. 

Esto demuestra que ya existía una trayectoria y todo un proceso de institucionalización y elaboración de la idea que en España no había obtenido aún traducción. En la última década, la sociedad civil gitana se ha encargado de esta labor y ha ido poniendo el antigitanismo encima de la mesa de manera progresiva, insistiendo a su vez desde diferentes visiones y formas que esto no es la consecuencia, sino la causa y que se trata de un problema sistémico e histórico. Tantos años de esfuerzo han logrado finalmente sus frutos y la espera ha valido la pena. 

Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación

La Ley de igualdad de trato y no discriminación impulsada por tres diputados gitanos del PSOE, Unidas Podemos y Ciudadanos, vinculada directamente con la dignidad de las personas, la paz social y la construcción de una sociedad más justa, ha conseguido ser apoyada este miércoles en el Congreso de los Diputados –tras años de lucha y cuatro intentos fallidos– introduciendo una reforma del Código Penal para que el antigitanismo sea incluido como forma específica dentro de los delitos de odio. 

Ismael Cortes, diputado de Unidas Podemos y uno de los impulsores de esta enmienda, destacaba en una entrevista con LÚH!, la existencia de 272 asentamientos chabolistas mayoritariamente de gitanos en España, fruto de un proceso social y político que ha empujado a la creación de situaciones donde se vulneran todos los derechos de estas personas. Una población que ha quedado completamente despreciada, arrinconada, marginada e invisibilizada, a pesar de que “los gitanos son más antiguos que los borbones”, recordaba Cortes.

A partir de ahora, la hostilidad será castigada con una pena de prisión de uno a cuatro años y multas de seis a doce meses. Penalizando también que se produzcan, se elaboren o se posean materiales propagandísticos que inciten al odio o la violencia contra la comunidad, “sabemos que hay reductos fascistas en la sociedad que se dedican a ello”. La negación o la trivialización de los delitos de genocidio contra el pueblo gitano quedará también penada, al igual que la humillación o descrédito a través de internet, “todo ese material queda penado con esta modificación con multas de casi 500.000 euros. Además de la destrucción inmediata y el borrado de los contenidos, eliminando el material que contagia a la opinión pública”. 

La enmienda aprobada propone la modificación del artículo 22 y 510 del Código Penal para incluir la discriminación contra el pueblo gitano. Una medida que ha tardado 600 años en llegar y que se convierte en algo histórico puesto que son las propias personas gitanas las que legislan sobre sí mismas, sin ningún tipo de tutelaje. “Es una medida que parte de nosotros”, señalaba Patricia Caro, experta en interseccionalidad a este diario, haciendo hincapié en la importancia de que por primera vez, queda reconocido de manera institucional que existe el antigitanismo en España y además, de que es algo indeseable. 

El pueblo gitano, dañado tras años de genocidios y persecuciones aumenta con esta medida su confianza en las instituciones, al igual que el compromiso y la motivación hacia la participación política, ya que esto demuestra de que es posible impulsar cambios reales desde dentro de estos espacios, “Es una medida de reparación”. El odio, la hostilidad y la violencia por el hecho de pertenecer a un grupo cultural diferente continuará arraigado en la sociedad, tal y como señalaba Caro a LÚH!: “Hay gente que todavía está deseando que nos lleven a las cámaras de gas”, pero gracias a esta medida, estos actos no volverán a quedar impunes y ayudará a concienciar a la sociedad de que el antigitanismo existe, es un delito y una vulneración de los derechos humanos. 

Iñaki Vázquez, activista e impulsor del espacio gitano “La Fragua Project”, califica de “emoción” lo que siente ante la noticia. El antigitanismo afecta en todos los ámbitos de la vida, desde la educación, el empleo, el acceso a la vivienda e incluso existe una menor esperanza de vida entre la población gitana y el resto, que varía entre nueve y quince años. “Habrá que seguir trabajando duro para desprendernos poco a poco de esta lacra, esa forma específica de racismo que tanto nos afecta”, comentaba Vázquez a este medio a la vez que celebraba este gran hito: “La estigmatización de nuestro pueblo, de nuestra identidad va a ser penado y eso es una gran noticia”.

Fuente: La Última Hora Noticias
Autora: Carmen Asenjo