El reto de la atención a la diversidad en el audiovisual

El reto de la atención a la diversidad en el audiovisual

El II Campus de Verano Academia de Cine en Valencia reivindica la diversidad en las pantallas y resalta el poder de los referentes

Impulsar la diversidad de la industria audiovisual desde la fase más iniciales de los proyectos es el objetivo de la jornada que este miércoles acogió el II Campus de Verano Academia de Cine en Valencia. En el marco de esta iniciativa organizada por la Academia de Cine con la colaboración de Netflix y el apoyo del Ayuntamiento de Valencia, y coincidiendo con el Día del Orgullo LGBTIQA+, se analizaron los datos del cuarto informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA) sobre la representación de los colectivos minorizados en la ficción española. Unos números que dejan patente que la imagen de las personas LGBTIQA+, racializadas y con discapacidad es un desafío para nuestro cine y series.

De las 99 películas y 61 temporadas de 59 series de ficción, todas ellas correspondientes al año 2022, se desprende que los personajes del colectivo LGBTIQA+ se sitúan en un 9,2 % del total de personajes analizadosy más de la mitad de estos personajes están concentrados en apenas siete películas. Sin esas siete producciones, la representación en la gran pantalla se reduciría casi a la mitad, bajando del 7,1 % hasta el 3,8 %. Además, estos personajes suelen concentrarse en una franja de edad joven (a medida que aumenta la edad, la diversidad afectiva y sexual deja de ser representada) y se encuentran fundamentalmente en series y películas cuyo género son comedia romántica y/o musical. En contraste, apenas existen referentes LGBTIQA+ en los géneros de acción, aventura o suspense.

Respecto a los personajes racializados, se registra un aumento hasta el 12,3%, mientras que la presencia de personas discapacitadas en la ficción ha disminuido hasta el 2,8% del total. Y, aunque hay un interés en hablar sobre salud mental, “habitualmente no se nombran las discapacidades intelectuales”, destacó Emilio Papamija, director del Informe ODA y activista, que moderó la mesa redonda protagonizada por Celia Montoya (activista española de etnia gitana), Patty Bonet (actriz valenciana y activista por la discapacidad), Jenifer de la Rosa (creadora hispanocolombiana y activista por la adopción), y Beatriz Mbula (actriz valenciana racializada), cuyos testimonios fueron escuchados por Valérie Delpierre, Álvaro Longoria, Paula Palacios, Félix Tusell, Pedro Hernández SantosDiego BetancorMaika Sanz y Giovanna Ribes, entre otros productores y productoras.

Integración, inclusión, ¿normalización?

«En nuestro informe era importante ver qué estaba sucediendo en este país para saber cómo se estaban comportando los medios audiovisuales. LLGBTIfobia ha remontado un 132% según un reciente estudio. El discurso de odio ha aumentado. Hay mucha polarización. Se han hecho múltiples campañas directas contra la comunidad y nos están recortando derechos. Muchas veces me dicen que se ve mucha diversidad en los medios, pero no es así”, indicó Papamija, que destacó el poder de los referentes.

Actriz y activista, Celia Montoya habló de su pueblo, del pueblo gitano, que llevan 600 años en España, “Si la historia siempre se cuenta desde la misma perspectiva, nos perdemos muchas cosas. Hay personajes gitanos, pero hay que buscarlos. Es una identidad que no es visible, pero hay historias muy guapas que contar de mi pueblo”, señaló emocionada Montoya.

“Migrante forzosa», según sus propias palabras, la directora y productora Jenifer de la Rosa explicó lo mucho que les costó sacar adelante un informe de CIMA sobre la presencia de mujeres racializadas detrás de las cámaras. Tras evaluar las respuestas de estas profesionales, De la Rosa indicó que “poco a poco, las instituciones van entendiendo que, aunque no hemos nacido en España, nuestras historias son de aquí. Nuestra visión es necesaria”, apostilló la cineasta, que hizo hincapié en la importancia de las coproducciones a la hora de retratar personajes racializados.

Nacida en Valencia, la actriz y guionista Beatriz Mbula ha tenido como referente la serie El príncipe de Bel Air“En España hay familias negras. Si la industria quiere ser partícipe de la sociedad, ¿por qué nos da miedo representarlas?”, preguntó.

“Empezamos con la integración, en estos momentos estamos en la fase de la inclusión, ojalá lleguemos a la normalización y que el albinismo no defina al personaje en la gran pantalla, sino que solo sea una característica más”, indicó Patty Bonet, actriz albina, lo que conlleva una discapacidad visual, que no tiene referentes de personajes con albinismo “que no sea alguien con una peluca”, añadió.

Fotos: Germán Caballero
Fuente: Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España

Sandra Heredia: “Yo creo que la mayor formación política es estar en los movimientos sociales”

Sandra Heredia: “Yo creo que la mayor formación política es estar en los movimientos sociales”

El Salto Andalucía entrevista a la candidata a la alcaldía de Sevilla de Adelante Andalucía a unas semanas de las elecciones del 28 de mayo

Las niñas del instituto del barrio de Torreblanca donde trabaja Sandra Heredia (Córdoba, 1985) se lo han dejado claro: no la van a votar, aunque pudiesen. No quiere que se marche de sus clases y dejarla de ver. Hasta ahora Heredia ha podido compaginar su labor como integradora social con el activismo en movimientos sociales y su labor como concejala desde 2019.

Este 28 de mayo se presenta a la alcaldía de Sevilla como candidata del partido Adelante Andalucía a la que describen como: “la alcaldesa de los barrios” 

¿Cuál fue tu impulso para meterse en política y por qué?

En política institucional llevo desde 2019, pero en movimientos sociales llevo desde el  instituto que empecé con el tema de la guerra de Irak. Ahí comencé a moverme y organizarme y tras eso llegué al Sindicato Andaluz de Trabajadores, y luego vino el movimiento feminista antirracista. Primero me moví por una injusticia que era la guerra, es lo que me despertó, porque mi familia no está politizada, yo no lo he visto en mi casa. Cuando comencé a ver las injusticias empecé a ser consciente de la situación de mi pueblo.

Llevo desde siempre en los movimientos sociales y pasé a la política institucional porque creo que también hace falta, que haya otras voces en lo institucional, y que se vea que desde otro prisma también se puede hacer política.

¿Qué has aprendido de los movimientos sociales que puedas aplicar a la política institucional? 

Yo creo que la mayor formación política es estar en los movimientos sociales. A mi me hace gracia la gente que cree que lo único importante es leerse a los grandes autores marxistas leninistas. Al final la militancia se aprende en la calle y se aprende militando y aprendiendo de primera mano lo que hay en la calle, la injusticia que hay, cómo la gente se autoorganiza sin medios ante la situación que están viviendo.

¿Y de las instituciones, qué estás aprendiendo?

De la institución he aprendido que es una herramienta para poner al servicio de tu gente y de la gente en general, no solamente de la gente que te vota. Con el tiempo te das cuenta que en la institución se llega a mucha gente, que puede estar en tus antípodas políticas, pero te das cuenta de que vive en la misma situación de desigualdad. 

En ese sentido, ¿Cuál es tu propuesta de diálogo con las personas que no forman parte de vuestro electorado?

Yo creo que al final el diálogo se genera conociendo lo que está pasando de primera mano. Un ejemplo muy concreto es el tema de los cortes de luz en los barrios obreros de Sevilla. Cuando vas con los vecinos, vas a enterarte de lo que pasa, y te digo yo que hay mucha gente ahí que no te vota o que ni siquiera sabe que existe tu formación política. 

Ellos ven una persona que es del Ayuntamiento y que se interesa por sus problemas. Hay gente que luego se sorprende, sabiendo tu ideología política, estar en los sitios es mejor que estar escribiendo una nota de prensa desde tu casa y sin saber lo que está pasando en tu barrio.

La gente lo que quiere es trabajar, olvidemos ese mantra que dice la derecha de que solo queremos vivir de la paguita.

¿Cuál es tu inspiración a la hora de hacer política?

A mi me inspira mucho mi gente, mi madre, mi prima, mi amiga y sobre todo la gente que me rodea y las mujeres de los barrios. A mí me inspiran mucho las mujeres del polígono Sur con las que trabajo desde hace años, están peleando por su barrio y les duele su barrio. Eso a mí me inspira mucho, porque son gente que lo tienen todo en contra pero que aún así están luchando por la dignidad de su barrio. Intento estar con la gente y fijarme porque es lo que me llena. También me inspiran las mujeres de otros muchos colectivos muy invisibilizados que después de la historia de vida que tienen y de la realidad que tienen  sacan tiempo de su vida para luchar.

¿Qué crees que pueden aportar los barrios a la ciudad? 

Hay dos Sevillas, como ya decía Pata Negra en su Rock del cayetano: la de los turistas y la de la gente. En Sevilla todo reina en torno al turismo y lo demás está totalmente olvidado. El transporte por ejemplo, de la Macarena a Torreblanca se tarda una hora montada en el autobús y la cultura está enfocada en el centro. Seguimos estando a la cabeza de los barrios más pobres de España y la gente está cansada. Luego la gente está cansada de experimentos en los que dicen que van a erradicar la pobreza, la gente lo que quiere es trabajo y vivir bien.

¿Qué vida estamos dejando? Solo la del centro, como un escaparate. Un escaparate que como en las tiendas se apaga la luz y no hay nada. 

¿Qué políticas deberían crearse entonces para fomentar la vida en los barrios? 

Principalmente el empleo. Las propuestas que hay son parches, porque de nada le sirve a la gente joven de Sevilla, un plan de seis meses que les ponga en un empleo al que no van a poder optar, que no es real. La gente lo que quiere es trabajar olvidemos ese mantra que dice la derecha de que solo queremos vivir de la pagüita.

La gente no quiere estar mendigando para poder sobrevivir. La gente quiere trabajar, la gente quiere vivir bien y un futuro para sus niños.La gente no quiere estar siempre pendiente de levantarse al día siguiente y no saber si va a tener que comer o si no le va a llegar la ayuda financiera. Tenemos que hacer planes reales de transformación de los barrios con el empleo y con la mejora de la escuela.Hay dinero para hacerlos pero en Sevilla se gasta el dinero en grandes eventos que se suponen que generan una riqueza increíble en la ciudad pero la gente sigue siendo pobre.

¿Cuáles son tus propuestas para hacer una ciudad más vivible y más colectiva?

El turismo en Sevilla ya ha llegado a un punto completamente desorbitado.Como estamos en campaña el PP y el PSOE se han puesto a hablar de turismo cuando son los culpables de que esto esté así, hay que tener la cara de cemento. Han dejado la vía abierta para que nos echen de nuestros barrios, para que se acabe con el comercio local y para que no podamos disfrutar de la calle. Hay que poner un coto, tomar medidas. Nosotros proponemos una moratoria para que los próximos cuatro años no se den ni una licencia más de viviendas con fines turísticos. La gente no se puede independizar, no hay oferta de vivienda pública. Yo recuerdo hace años cuando se hacían en el Polideportivo San Pablo, ahora en el salón de plenos y apenas dan.

A mi me hace gracia la gente que cree que lo único importante es leerse a los grandes autores marxistas leninistas. Al final la militancia se aprende en la calle

En los últimos meses ha habido un repunte de los discursos de odio de aporofobia y racismo en distintas zonas de Sevilla. Por ejemplo en el barrio de la Macarena. ¿Qué se puede hacer desde el gobierno local?

En el barrio de la Macarena siempre he visto que hay un poco de interés institucional en crear convivencia, hay que apostar por tener un barrio para todas. Yo concretamente desde hace años formo parte de plataformas del barrio, hay una parte que es de conciencia colectiva y social, pero hay una parte muy gorda de culpabilidad de la institución.

Llevamos pidiendo la descentralización de los recursos para personas en situación de calle  para que se repartan por toda la ciudad, porque no hay unos servicios de calidad para las personas que se encuentran en situación de calle. Las trabajadoras hacen un trabajo increíble y con una sensibilidad brutal. Pero tú no puedes tener a la persona en un mismo punto de la ciudad, todo concentrado. Entonces necesitamos descentralizar, que haya modelos de albergues de pequeños grupos de personas con una atención integral con que se puedan atajar patologías duales, porque hay muchas personas con problemas de salud mental, de drogodependencia, que necesitan una atención integral.

Desde el ayuntamiento se habla mucho de sensibilización pero de qué te sirve un programa de sensibilización si tú no estás como gobierno dándole los recursos que necesita que se encuentran en esa situación de calle puedan vivir bien. 

¿El último libro que te has leído? 

Pues uno de Elisabeth Benavent, que tenía que evadirme y quería leerme una novela y también Por un poder andaluz de José Luis de Villar, me ha servido mucho porque yo soy andalucista desde que era chica, eso sí lo tenía muy claro, siempre soberanista. Me ha servido para conocer un poco más la realidad histórica del andalucismo aquí en nuestra tierra y de cómo seguir construyendo voz propia.

Autora: Aurora Báez Boza
Fuente: El Salto

Organizaciones de todos los sectores piden más medidas contra el racismo y la discriminación para lograr la equidad en el ámbito de la salud

Organizaciones de todos los sectores piden más medidas contra el racismo y la discriminación para lograr la equidad en el ámbito de la salud

Reproducimos el texto íntegro, traducido al español de la Declaración Conjunta del proyecto «DisQo, lucha contra la discriminación y equidad en el ámbito de la salud 2022-2023» en el que La Fragua Projects participa junto a otras 23 organizaciones europeas.

13 de abril de 2023

A pesar de que cada vez hay más pruebas de que el racismo y la discriminación estructurales, institucionales e interpersonales repercuten de múltiples maneras en las desigualdades en materia de salud física y mental , hasta ahora se ha prestado muy poca atención a esta cuestión en el ámbito de la salud pública.

Las organizaciones abajo firmantes, que trabajamos en todos los sectores, nos comprometemos a adoptar una postura activa contra todas las formas de racismo y discriminación y pedimos a los responsables de la toma de decisiones a todos los niveles, incluida la Comisión Europea, que sigan nuestro ejemplo.

Juntos, hemos identificado cinco prioridades clave para abordar la cuestión de forma constructiva, respetuosa y participativa:

  1. Reconocer el racismo y la discriminación como determinantes fundamentales de la salud, la equidad y el bienestar.
  2. Fortalecer la participación social de las comunidades racializadas y discriminadas, y fomentar la diversidad, la representación y la lucha contra la discriminación.
  3. Aumentar la claridad y coherencia de las definiciones clave relacionadas con el racismo, la discriminación y la equidad en el ámbito de la salud.
  4. Recopilar más datos sobre igualdad (en la salud), desglosados por indicadores sobre múltiples motivos de discriminación, y armonizar la recopilación de datos de la UE.
  5. Reforzar la legislación antidiscriminatoria de la UE, eliminando los compartimentos estancos e impulsando la integración de las políticas, la transparencia, la justicia reparadora y la participación social.

Esta Declaración Conjunta ha sido elaborada por personas que trabajan para organizaciones que son miembros o apoyan la Red Temática «DisQo – antidiscriminación y equidad en salud».

En el Anexo 1 se incluye un glosario con definiciones de términos clave utilizados en este documento, como racismo estructural e institucional, discriminación y equidad sanitaria.

1. Empieza por el reconocimiento

El racismo y la discriminación son determinantes fundamentales de la salud, que repercuten negativamente en la salud física y mental, así como en la accesibilidad y la calidad de los servicios sanitarios, a lo largo de la vida y a través de las generaciones.1 A pesar de la abrumadora evidencia, estas desigualdades sistemáticas y evitables en materia de salud han recibido muy poca atención en el ámbito de la salud pública.

Reconocer y nombrar los prejuicios inconscientes, así como el racismo y la discriminación interpersonales e internalizados, en el lugar de trabajo, en las comunicaciones, en la investigación y en las interacciones con otras personas, incluidos colegas o pacientes, hará avanzar la comprensión del problema y permitirá realizar más esfuerzos para abordarlo.

Reconocemos y apoyamos las acciones de la actual Comisión Europea, incluidas sus estrategias contra la discriminación, como el Plan de acción de la UE contra el racismo.3 Sin embargo, pedimos un compromiso más firme, no sólo de las instituciones de la Unión Europea, sino también de todos los líderes dentro y fuera del ámbito de la salud pública, incluidas nuestras propias organizaciones, para lograr un reconocimiento más amplio del racismo y la discriminación como determinantes fundamentales de la salud, la equidad y el bienestar.

Lograr un mayor reconocimiento del racismo y la discriminación como determinantes fundamentales de la salud, la equidad y el bienestar.

Nos comprometemos a emprender acciones para un reconocimiento más amplio del racismo y la discriminación estructurales, institucionales e interpersonales como determinantes fundamentales de la salud, la equidad y el bienestar mediante:

  • reforzando las políticas y prácticas antirracistas y antidiscriminatorias dentro de nuestras propias organizaciones
  • integrando este reconocimiento en nuestro trabajo/defensa siempre que sea posible;
  • colaborando y asociándonos con organizaciones de todos los sectores para crear comunidades de e intercambiar experiencias.

Hacemos un llamamiento a la Comisión Europea para que reconozca explícitamente el racismo y la discriminación como factores determinantes de la salud, la equidad y el bienestar:

  • asumiendo un papel de liderazgo para abordar esta cuestión desde la perspectiva de la equidad sanitaria;
  • la inclusión de menciones explícitas de esta cuestión en los documentos legislativos y políticos
    políticas;
  • dando prioridad a esta cuestión como parte integrante de los planes de formación en distintas disciplinas
    y como aspecto clave de la formación profesional continua; y
  • dar prioridad al tema en la financiación de la investigación.

2. Se trata de las personas

Con demasiada frecuencia, las políticas se elaboran sin implicar a las personas afectadas por ellas. Además, la participación social en los procesos de toma de decisiones es algo más que hacer que las personas participen en un ejercicio de marcar casillas al final de un proceso y debe seguir un «marco basado en los derechos humanos » que implique un compromiso significativo de las personas y comunidades afectadas a lo largo de todo el proceso, desde el diagnóstico del problema o problemas hasta la planificación, aplicación y evaluación de la política o intervención. También incluye proporcionar los medios para participar, la capacidad de las personas y el empoderamiento cuando sea necesario. La OMS Europa reconoce la participación social como motor de la equidad sanitaria. Un aspecto importante y relacionado con esto es la falta de diversidad y representación en los puestos de poder, como en las salas de juntas de las organizaciones públicas y privadas y en los órganos consultivos. La diversidad y la representación a las que nos referimos aquí incluyen, entre otros, el origen étnico, la raza, la cultura, la nacionalidad, el género, la orientación sexual, la identidad de género, la religión, la edad y la discapacidad. Esta falta de diversidad se observa también en el actual Parlamento Europeo, donde las minorías étnicas en general y las personas de color en particular están ampliamente infrarrepresentadas.

Reforzar la participación social de las comunidades racializadas y discriminadas, y fomentar la diversidad, la representación y la lucha contra la discriminación a todos los niveles.

Nos comprometemos a promover activamente actividades de participación social significativas que sean inclusivas y en las que se otorgue el liderazgo a los implicados mediante

  • Aportando liderazgo intelectual, experiencia vivida y soluciones concretas cuando los responsables de la toma de decisiones en actividades de participación social participen en el diseño, desarrollo y evaluación de iniciativas legislativas duras y blandas;
  • proporcionando información continua sobre cómo pueden mejorarse dichos procesos; y
  • abogar por la diversidad y la representación a todos los niveles, tanto en nuestras propias organizaciones como en nuestro trabajo sobre la equidad (sanitaria) en torno a las personas de comunidades marginadas.

Pedimos a la Comisión Europea que redoble sus esfuerzos para promover la participación social y aumentar la diversidad en todos sus niveles organizativos mediante:

  • incorporando y liderando sistemáticamente a las partes interesadas de la sociedad civil, no sólo en el diseño, desarrollo y evaluación de iniciativas legislativas duras y blandas, sino también como fuente clave de conocimientos especializados, siguiendo las Directrices para Legislar Mejor; y
  • fomentando -de forma no simbólica (es decir, garantizando una influencia real)- la diversidad y la representación en sus asesores/organismos consultivos, en sus proyectos financiados y, lo que es más importante, en todas sus DG, a todos los niveles de gobernanza.

3. El lenguaje importa

A fin de mejorar la calidad del diálogo y el discurso para abordar eficazmente el racismo y la discriminación, se necesitan definiciones concisas y reconocidas de términos y conceptos clave, como por ejemplo raza, racismo, racialización, discriminación, antirracismo, antidiscriminación, desigualdades sanitarias y equidad sanitaria. Se trata de requisitos previos fundamentales para crear un lenguaje común, un terreno común y un espacio seguro para el diálogo constructivo, así como para garantizar el uso de un lenguaje respetuoso y no estigmatizador.

Las definiciones existentes están fragmentadas en documentos y sitios web de las Direcciones Generales (DG) y Agencias de la Comisión Europea. Además, existen múltiples definiciones para el mismo término, y las definiciones utilizadas por organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, también pueden diferir.

Aumentar la claridad y coherencia de las definiciones clave

Nos comprometemos a promover un lenguaje respetuoso e inclusivo y a aumentar la claridad y coherencia de las definiciones críticas mediante
claridad y coherencia de las definiciones críticas

  • la creación de espacios seguros para el diálogo inclusivo y respetuoso en nuestras propias organizaciones; y
  • liderando la reflexión y participando activamente en las acciones de la UE para armonizar las definiciones.

Hacemos un llamamiento a la Comisión Europea para que asuma un papel de liderazgo en el aumento de la claridad y coherencia de las definiciones críticas mediante:

  • desarrollando una página web con un glosario general de definiciones; y
  • realizando -o financiando- un ejercicio de armonización para establecer
    definiciones de los términos sobre los que no existe consenso, con la participación de las partes interesadas, incluida la sociedad civil.

4. Si no se puede medir, no se puede solucionar

La formulación de políticas y el seguimiento basados en pruebas para abordar el racismo y la discriminación y promover la equidad (sanitaria) requieren datos de buena calidad (cuantitativos y cualitativos) que permitan el desglose por indicadores de los diversos motivos por los que las personas pueden ser discriminadas, como su raza, origen étnico, características sexuales, género, orientación sexual, discapacidad, religión, creencias, edad y situación socioeconómica. Además, los datos sobre la discriminación autodeclarada o percibida son importantes, ya que las víctimas de discriminación tienden a no denunciar los incidentes de discriminación a las autoridades por diversas razones, como no saber a quién acudir y la falta de confianza en las autoridades. Dichos datos también permitirían realizar un análisis interseccional, mostrando individuos o grupos que se enfrentan a una discriminación múltiple e interconectada. Es importante destacar que la recopilación y el uso de datos sobre igualdad deben seguir el principio basado en los derechos humanos de no hacer daño, y no crear ni reforzar la discriminación, los prejuicios o los estereotipos existentes. Además, los datos anónimos deben ponerse a disposición del público. Sin embargo, en la UE faltan sistemas integrales o un enfoque coordinado para recopilar y utilizar datos de buena calidad sobre la igualdad, en parte debido a los diferentes enfoques y normas por los que algunos de los Estados miembros prohíben la recopilación de datos basados en el origen étnico por razones éticas, constitucionales o históricas.

Esto incluye los datos sobre igualdad en el ámbito de la salud (mental), en el que debe mejorarse tanto la recogida de datos como la investigación, incluidos los estudios a largo plazo, sobre todas las formas de racismo y discriminación. Un elemento crucial es la formación, no sólo de los profesionales sanitarios, sino -lo que es más importante- también de los miembros del personal (auxiliares, recepcionistas, etc.) encargados de recopilar los datos, para que comprendan la importancia que, a su vez, pueden transmitir a los pacientes. Esto incluye habilidades interpersonales y de sensibilidad cultural que generen confianza en el paciente. Por otra parte, la propuesta de la Comisión Europea sobre el Espacio Europeo de Datos Sanitarios es un instrumento legislativo crucial que, si se aplica con prudencia, tiene el potencial de aumentar la transparencia, dar a las personas el control sobre sus propios datos sanitarios y generar confianza en la forma en que se utilizan los datos.

Aunque existen algunas consideraciones legales, sobre todo el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la UE y las normas nacionales de protección de datos para proteger a los ciudadanos de cualquier riesgo potencial de uso indebido o abuso, la recopilación y el tratamiento de categorías especiales de datos personales son posibles en determinadas condiciones, incluso con fines estadísticos o de investigación. Por último, la falta de recursos financieros para llevar a cabo encuestas de recopilación de datos frecuentes y de alta calidad constituye un obstáculo importante.

Recopilar más datos sobre igualdad y de mayor calidad, desglosados por indicadores sobre múltiples motivos de discriminación.

Nos comprometemos a impulsar la mejora de los datos sobre igualdad:

  • abogando por una mayor calidad de los datos sobre igualdad, incluida la adecuada asignación de recursos, tanto a nivel nacional como de la UE; y
  • liderando la reflexión y participando activamente en los esfuerzos por armonizar la recopilación de datos sobre igualdad en toda la UE;

Pedimos a la Comisión Europea que impulse la mejora de los datos sobre igualdad:

  • asumiendo un papel de liderazgo en la armonización de la recogida de datos sobre igualdad en la UE, con la participación de las partes interesadas pertinentes, incluidos los que trabajan con datos (Eurostat, Eurofound, FRA, OCDE, CCI, OMS, etc.) y la sociedad civil
  • elaborar nuevas orientaciones para los Estados miembros sobre la recogida sistemática de datos sobre igualdad, también en el ámbito de la asistencia sanitaria mental y física, mejorando su comparabilidad y accesibilidad, y sobre la formación de las personas que recogen los datos;
  • promover un enfoque interseccional de los datos, garantizando que la recopilación de datos refleje la diversidad de los grupos expuestos a la discriminación; y
  • financiar -y animar a los Estados miembros a financiar- proyectos que avancen en la armonización de la recogida de datos sobre igualdad en la UE.

5. Acabar con los compartimentos estancos y pasar a la acción

Abordar cuestiones complejas y profundamente arraigadas como el racismo y la discriminación estructurales e institucionales, que afectan a sociedades y generaciones, requiere acciones a distintos niveles y colaboraciones y asociaciones entre distintos sectores. Esto último exige romper los compartimentos estancos y operar fuera de la propia zona de confort y/o área de especialización, para lo cual todos los puntos anteriores son cruciales: reconocimiento del problema, un lenguaje común con definiciones claras para la comprensión, la participación y el liderazgo de las personas afectadas, y datos de buena calidad. Es crucial reconocer que existen silos entre las categorías de partes interesadas, incluidos los sectores público, privado y de la sociedad civil, pero también que dentro de estos silos puede haber dinámicas y estructuras de poder que sostienen la discriminación y/o la exclusión.

La actual Comisión Europea ha puesto en marcha varias estrategias de la Unión por la Igualdad en 2020-2021 que persiguen la igualdad por diferentes motivos de discriminación, incluidos el racismo y la etnia, el antisemitismo, la discapacidad, el género, el colectivo LGBTIQ y el sentimiento antigitano. Estas estrategias van acompañadas de un grupo de trabajo específico sobre igualdad que trabaja para integrar la igualdad en todos los ámbitos políticos[8]. Este grupo de trabajo opera horizontalmente en todas las Direcciones de la Comisión y, por tanto, debería reducir el trabajo en compartimentos estancos cuando se produzca. Sin embargo, el grupo de trabajo es un servicio interno y no es visible desde el exterior, por lo que no puede supervisarse su rendimiento. Además, la transparencia en torno a la asignación de recursos para luchar contra las desigualdades sería favorable.

Reforzar la legislación antidiscriminatoria de la UE rompiendo compartimentos estancos e impulsando la integración de las políticas, la transparencia y la participación social.

Nos comprometemos a romper los compartimentos estancos y a pasar a la acción:

  • aumentando la colaboración intersectorial con organizaciones ajenas a nuestras redes habituales; y
  • participando activamente en actividades participativas centradas en la integración de la política de la UE, y aportando su liderazgo intelectual.

Hacemos un llamamiento a la Comisión Europea para que rompa los compartimentos estancos y pase a la acción:

  • reforzando sus esfuerzos de integración de la política a través del Grupo de Trabajo sobre Igualdad, para identificar la fragmentación, mejorar la coordinación y aumentar los espacios (seguros para) el diálogo entre los diferentes niveles;
  • adoptar un enfoque interseccional, reconociendo la diversidad de los grupos expuestos al racismo estructural y a la discriminación, para dar una respuesta eficaz y global a las necesidades particulares de dichos grupos en las intersecciones pertinentes; y
  • aumentar la transparencia y la participación social para reforzar la integración de las políticas, incluso en el Grupo de Trabajo sobre Igualdad y la financiación destinada a la lucha contra las desigualdades;

El camino es nuestro

Nosotros, las organizaciones abajo firmantes, reconocemos que lograr una verdadera Unión de la Igualdad es y será un camino continuo que deseamos recorrer juntos. Por favor, considere esto como una mano amiga y un compromiso de cada una de las organizaciones abajo firmantes para apoyarnos en todo lo que podamos para avanzar hacia nuestro objetivo común: sociedades justas e igualitarias.

Firmas

Las organizaciones y los diputados al Parlamento Europeo abajo firmantes suscriben la presente Declaración Conjunta. Pueden presentarse adhesiones adicionales hasta el 17 de mayo de 2023. Las adhesiones, preguntas o sugerencias pueden dirigirse a Raymond Gemen (Raymond.gemen@epha.org).

Organizaciones:

Africa Advocacy Foundation
Art.1 Midden Nederland
Association of Schools of Public Health in the European Region
Cairde
Center for Community Research and Action de la Universidad de Sevilla (CESPYD)
Centre for Global Health Inequalities Research
European Association for the Study of Obesity
European AIDS Treatment Group
Eurochild
EuroHealthNet
European Independent Foundation in Angiology/ Vascular Medicine
European Institute of Women’s Health
European Network of Equality Bodies
European Psychiatry Association
European Public Health Alliance
European Society for Organ Transplantation
European Public Health Association
Eurordis
FEANTSA
International Sports and Culture Association
La Fragua Projects
Make Mothers Matter
Mental Health Europe
MiHealth Europe
Nobody left Outside
Platform for International Cooperation on Undocumented Migrants
Robert Koch Institute (German National Public Health Institute)
Romtens Foundation
Salud por Derecho
Social Platform

Miembros del Parlamento Europeo

Miguel Urbán Crespo – Grupo de La Izquierda
Milan Brglez – Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas
Romeo Franz – Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea

Nuevas masculinidades gitanas. ¿Una realidad emergente?

Nuevas masculinidades gitanas. ¿Una realidad emergente?

Documento enviado con motivo de las 40 jornadas de la Asociación Enseñantes con Gitanos celebradas en Valencia.

El concepto a debate: nada más viejo que la masculinidad.

El concepto “nuevas masculinidades” no está exento de debate y polémica. Este tipo de cuestionamientos, habitualmente pecan de academicistas y con cierto aire sofisticado al que cuesta llegar con el interés necesario para seguir el hilo de las interminables réplicas y contrarréplicas. Aun así, voy a intentar sumergirme en él con la intención de extraer alguna reflexión interesante sobre todo este asunto.

Primero debemos observar que esta expresión está compuesta por dos palabras y se conjuga en plural. La masculinidad, o sea el centro de las relaciones de privilegio y de opresión que vive nuestra civilización: el hombre. Ese sujeto político que domina el mundo y que hace que esté a su medida cual si fuera un dios cualquiera (así nos va). Esa identidad hegemónica la adjetivamos de nueva, sin duda con la intención de proyectar una imagen positiva dando a entender que todo lo nuevo es mejor, una evolución, un desarrollo de un estadio anterior. Nada más lejos del pensamiento científico y de la verdad cotidiana. No contentos con todo esto, también la pluralizamos proyectando que existen muchas formas de ser hombre, que ser hombre también es un hecho diverso. Qué mundo tan maravilloso proyecta lo “políticamente correcto”.

Mi apreciado José Ignacio Pichardo, en una entrevista realizada por Amnistía Internacional[1], al que tuve oportunidad de conocer hace más de 20 años en reuniones de activismo, contesta a la pregunta ¿Qué es ser hombre? Diciéndonos “Lo que es ser hombre y lo que es ser mujer se construye culturalmente. No hace falta remontarse muy atrás para darse cuenta de que no es lo mismo ser hombre en el siglo XXI que hace 50 años. En este tiempo hemos experimentado cambios importantes en la masculinidad que muestran que la transformación es posible. Por ejemplo, hoy muchos varones cuidan y son cariñosos con sus hijos e hijas, algo impensable hace unas décadas”.

Estando de acuerdo con lo que plantea, la lectura de esta interesante entrevista me lleva a reflexionar sobre algunos elementos que quiero compartir con los y las lectoras de este texto.

Parece incuestionable, a estas alturas, la afirmación que nos dice que el género es un constructo social, una serie de roles, valores y formas de sociales, interpersonales e intimas de actuar que en un contexto histórico concreto se otorgan a los cuerpos que la hegemonía viene a denominar como hombres o mujeres[2], estableciéndose en un conjunto de pautas que actúan en todas las esferas de las vidas humanas, desde las más sociales a las más íntimas. Sería iluso pensar que esos valores y roles están diseñados al margen de las relaciones de poder existentes, de los intereses políticos, económicos y geoestratégicos que dominan el mundo y que toman forma sin contemplar la dialéctica entre hegemonía y subalternidad que atenaza la vida en su máxima expresión y en todo el planeta. No hace falta tener un sentido de la observación desarrollado para darse cuenta de que eso no es así ni por asomo.

Dicho de otra manera. Los roles de género están pensados y diseñados para mantener el dominio del hombre, blanco (payo), cristiano y heterosexual, como paradigma dominante que lo sitúa en la cúspide de la pirámide del poder, en el centro de la estructura social, económica y política. En esa verdad absoluta se estructura el desarrollo de los sistemas sociopolíticos y económicos que prevalecen en nuestra civilización, produciendo, de manera sobradamente demostrada, la vulneración sistemática de los Derechos Humanos, hambre, pobreza, guerras, injusticia, sufrimiento, dolor y muerte generalizada en el planeta, aniquilando los recursos naturales y haciendo la vida insostenible a costa de acumular impúdicamente en muy pocas manos la riqueza de manera cada vez más pronunciada.

Si damos mi afirmación como válida (sé que puede ocasionar debate), ¿qué es lo que pretendemos con intentar definir “nuevas masculinidades”? La masculinidad, tal como se ha estructurado históricamente es la razón primera, o como mínimo el acompañante necesario, que ha llevado a esta civilización a un callejón sin salida. No tiene sentido intentar “reformar” el concepto. Debemos acabar con él si queremos que el futuro pase de ser una palabra retórica, a convertirse en un anhelo posible, en una esperanza colectiva. Si alguna persona que se autoconsidera hombre lee mis palabras y se siente incómodo, ofendido o cuestionado, le pido que se despoje de ese prejuicio y no vea en mi alguien que le ataca como individuo. No es esa la intención de quien escribe. Le animo a hacer un ejercicio de introspección profunda, y si es posible sin necesidad de expresarla (acto habitualmente muy masculino). Estoy seguro de que muchos de los que lo hagan verán que probablemente sean una víctima más al servicio de los intereses hegemónicos, como también lo soy yo. La masculinidad, el género masculino, tal y como lo entendemos hoy en día es contrario a la vida y la felicidad. Nos duela o no reconocerlo.

En mi opinión hablar de nuevas masculinidades es, en cierta manera, negar que ese constructo llamado hombre, ejerce, con inagotable, demoledora y cruel energía, unos privilegios que le otorgan ventaja con muchos de sus semejantes. Es un espejismo pensar que el hombre va a abandonar esa posición voluntariamente. Para subsanar esa desigualdad intencionada y planificada, ese hombre debe ceder espacio a las personas no hombres; debe desinstalarse de su centro y compartir; debemos sacarlo si es preciso; debe abandonar su privilegio, o sea, debe dejar de ejercer su masculinidad; asumir que él no es el universo completo. ni desocupar el espacio público en modo invasivo ya sea de forma física o simbólica; interiorizar que las relaciones no tienen por qué ser verticales; que las decisiones se pueden tomar escuchando, intentando comprender lo que “el otro” o “la otra” necesita, siente. La verdadera nueva masculinidad, debe coger el camino de la desaparición.

Los cuerpos llamados hombres que creamos en la igualdad y en la justicia social, debemos deconstruirnos. Repensarnos. Deshacer el camino andado. Con la granítica base construida con siglos de opresión sistémica no podemos construir algo nuevo. Como dice la misma entrevista a José Ignacio Pichardo, la existencia de minorías de hombres que se cuestionan su rol, no impide que la injusticia derivada del género siga matando, maltratando, produciendo dolor y muerte a gran escala. Hoy mucho más que en cualquier otra etapa de la historia. La tierra en la que plantemos nuestra “nueva” identidad debe ser permeable, esponjosa, abierta a la vida. Nuestra base tiene que ser la antítesis del monte rocoso de la masculinidad hegemónica. El camino opuesto ya sabemos a dónde nos lleva.

La otra cara de este debate es asignarnos a los y las que nos cuestionamos la opresión de género (eufemismo para decir de la masculinidad hegemónica), la idea que queremos hacer desaparecer a los hombres de la faz del planeta. Esta falacia facilona se puede equiparar a si lo aplicásemos a quienes, siendo esclavos y sin conocer otra realidad, se alzaron contra esa opresión, buscando justicia y aventurándose a construir un mundo mejor. El que les escribe se siente hombre CIS, pero intenta mirarse críticamente para (re)construirse en la medida de sus capacidades. Los que le quitamos la máscara a la masculinidad hegemónica estamos creando la posibilidad que surjan identidades que puedan ejercer otro tipo de relaciones, basadas en otros principios y valores. Querer acabar con alguien (un colectivo) además de una atrocidad, es una forma de pensar muy masculina. Nada más lejos de lo que uno anhela. Queda dicho.

El monstruo de la homosexualidad para la hegemonía heterosexual.

No hay situación que produzca más vértigo a la masculinidad, que reitero que es hegemónica, que la existencia del activismo de la disidencia sexogenérica. Los que estamos en ese terreno lo sabemos y en algunos casos, como es el mío, sabemos que eso tiene costes personales, laborales, familiares, profesionales, económicos y políticos. Los asumimos, pero no deja de escocer la herida cuando el frio cuchillo separa las carnes. No somos insensibles. Hemos tenido que aprender en base a las discriminaciones a ser resistentes y resilientes.

Antes de la aparición de los activismos, antes de Stonewall Inn, la revuelta de las travestis y transexuales racializadas, negras y latinas a la represión policial sistemática en la Nueva York de 1969; o antes de la marcha pro derechos LGTB en Barcelona en 1977 impulsada entre otras por una mujer transexual gitana, la tía Miryam Amaya; la hegemonía heterosexual tenía arrinconada a las disidencias sexogenéricas, con la ayuda inestimable de las grandes religiones monoteístas que, a lo largo de su sangrienta historia habían encontrado en la represión de todo lo relacionado con el sexo (el deseo) a uno de sus principales instrumentos de control de las masas que pretendían guiar.

La reivindicación del “derecho al propio cuerpo”, probablemente sin intencionalidad, se convirtió de hecho en una idea que propició un importante cambio social. Se transformó en una idea revolucionaria de facto. De esa convulsión social surgieron palabras nuevas que parecían cuchillos peligrosos para el sistema: visibilidad, salir del armario, orgullo. Este episodio histórico y sus consecuencias (movimiento LGTBIQ+, como el más destacado) se establece como uno de los más grandes cuestionamientos que ha sufrido el sistema de la masculinidad hegemónica y el heteropatriarcado en la historia reciente de la humanidad.

A pesar de que de eso hace ya más de medio siglo, la idea de la homosexualidad sigue siendo tortuosa para la masculinidad hegemónica. Se siguen sintiendo en peligro. La proximidad de ésta les autocuestiona y les bloquea. Me asombra la tremenda debilidad que demuestran, detrás de caras pintadas de guerreros iracundos se esconden rostros de niños asustados que no saben cómo actuar ante algo tan intrínsicamente humano como es la diversidad, alguien diferente a ti.

Levando esto a lo que nos ocupa, no puedo calificar de “nueva”, una masculinidad que no se coloque en clara alianza con la disidencia sexogenérica y por supuesto de las luchas feministas y antirracistas. Independientemente de su opción sexual personal, ¿que tendría de “nuevo” un hombre que se reafirme en sus posiciones homófobas tan arraigadas en nuestra heterohistoria? Y no me estoy refiriendo a entelequias. Una masculinidad que pueda llamarse “nueva” debe plantearse que su propia madre pueda decidir manifestar su lesbianismo a la edad que ella desee, o que su hijo de pocos meses tal vez pueda manifestarle más adelante que es una niña transexual, o que su jefe, o el líder de la asociación a la que pertenece pueda ser gay y venir con su pareja de la mano a la reunión y un larguísimo etcétera. Una masculinidad que pueda llamarse “nueva” debería significar que se medite sobre cuál va a ser su posición, no solo estética, sino profunda ante esos hechos. Cambiemos el mundo desde lo pequeño, desde lo que nos rodea. La disidencia sexogenérica es una aliada de facto de quienes quieren deconstruir la masculinidad hegemónica. No hay duda en ello. Los que quieran estar en este lado, no basta con que asuman labores del hogar deben, a mi entender, explicitar su apoyo personal a los derechos de la disidencia sexogenérica si no quieren ser parte del problema que quieren afrontar.

Pichardo nos sigue diciendo: “El concepto de nueva masculinidad tiene que ver con el deseo de muchos varones de crear y vivir en una sociedad igualitaria. Ellos piensan que otras formas de ser hombre son necesarias y, para ello, saben que tienen que cambiar determinados elementos de la masculinidad tradicional. Algunos lo buscan a nivel individual o en pequeños grupos, pero todavía tenemos que conseguir que estas experiencias emergentes cristalicen en modelos reconocibles”. No puedo estar más de acuerdo. Las mujeres han dado el paso. Los feminismos han emergido con fuerza y para quedarse. ¿Qué vamos a hacer los que nos identificamos como hombres?, ¿Cuál es nuestro rol? Hasta la fecha constato que estamos muy desorientados y aturdidos. Los que son heterosexuales quizás desorientados al observar a sus compañeras sexuales claman por la igualdad y se organizan para ello. Los que somos gais (no me gusta este término que suele ser payos con muchos “jurdós” y yo ni soy gache ni tengo de eso), no estamos desarrollado estrategias que acompañen a los feminismos en su voluntad transformadora, como si hicimos en nuestro pasado. Los hombres, heteros, transexuales, intersexuales o gais, debemos hacer nuestra parte que, por supuesto, no es quitarle el rol protagonista a las propias mujeres en su proceso emancipatorio, si no algo que vaya en el camino de mirarnos hacia adentro y crear nuevas bases: la tierra fértil en el que plantar nuestras, esas si, “nuevas” identidades.

La intersección entre la masculinidad hegemónica y el antigitanismo.

Los hombres gitanos no estamos al margen de este debate. Al contrario, estamos inmersos en él. Como Pueblo que ha sido y es víctima de una feroz discriminación estructural, el eje de opresión proveniente de heteropatriarcado intersecciona con el del antigitanismo produciendo mayor cantidad de consecuencias negativas entre los nuestros. Por otra parte, el auge de los feminismos gitanos ha puesto encima de la mesa, de manera más o menos explícita, la necesidad de cuestionar los roles de los hombres gitanos si queremos avanzar hacia un futuro del Pueblo Gitano en el que prevalezca la igualdad y la libertad.

El racismo estructural construye la alteridad (los diferentes) como negación de lo que la hegemonía quiere para sí mismo en un contexto histórico determinado. Proyectan valores negativos sobre nuestra identidad, arraigados en (medias)verdades o en mitos, para reafirmar su supuesta superioridad moral o ética. Este mecanismo cruel que ha marcado la vida de generaciones de gitanas y gitanos actúa con especial crudeza en cuanto al eje de género.

Como evidencian algunos estudios recientes, en los que he tenido el honor de participar desde el grupo de expertos asesor, los hombres gitanos tienen una posición prácticamente idéntica ante la violencia de género que el resto de la ciudadanía, pero el prejuicio antigitano hace que se nos señale como un pueblo más machista, homófobo y socialmente atrasado. La labor de los activistas y de las organizaciones no es otra que la de desmontar esos prejuicios y denunciar los abusos que cotidianamente sufre nuestra gente, ante la insultante pasividad de las administraciones públicas, como hemos visto hace unas semanas el Peal de Becerro (Jaén).

Pero dicho todo esto, ¿toda esta situación nos esgrime de encontrar la manera gitana de deconstruir las masculinidades hegemónicas? En mi opinión la respuesta es un no contundente.

Nuestro Pueblo, atacado de mil maneras a lo largo de los siglos, ha encontrado formas de sobrevivir como identidad. En las últimas décadas esto se puede constatar de manera clara con la implantación más o menos generalizada en España de una opción religiosa estableciéndose como un mecanismo más de resistencia identitaria y de contención de la segregación social y política que se nos ha impuesto. Esta opción religiosa que adoptan muchas personas gitanas en España, haciendo uso de una manera absolutamente lícita de los derechos religiosos que nos asisten en tanto que ciudadanos de este país, en algunas ocasiones está influenciado en la reafirmación de preceptos de una masculinidad tradicional, inmovilista y negadora de los avances sociales y civiles acaecidos en la sociedad, que chocan de manera frontal con los discursos sobre masculinidades con modelos más horizontales, que fomentan valores de igualdad de trato y de cuestionamiento de los roles establecidos. No sería honesto si no reconociera que este conflicto existe y que nos lo encontramos en el día a día de nuestras comunidades.

A pesar de eso, me quiero centrar en aspectos, que teniendo menor alcance me parecen muy ilustrativos de que camino debemos adoptar, en mi opinión, para producir el cambio social deseable. Como he argumentado se trata de transformar desde los pequeño e inmediato a lo sistémico.

Una transformación en círculos concéntricos. Empecemos por el más pequeño y cercano.

Dado que este escrito se redacta con motivo de un encuentro asociativo gitano y progitano, quiero empezar por describir ámbitos en los que actuar en ese campo ya que hay mucho “terreno de mejora”. Se trata de situaciones relacionadas con la sociedad civil gitana y su actividad.

En mi opinión, no podemos estructurar un activismo gitano que de facto no deje espacio para la vida personal, familiar y los cuidados. Los gitanos (hombres) que estén por este cambio deben plantarse y decir públicamente que no es tiempo de reuniones a las 11 de la noche, o que deben acompañar a su hija al colegio por la mañana, por ejemplo. Este tipo de afirmaciones deben escucharse de voces de hombres gitanos para que actúen de manera pedagógica y referencial en el conjunto del activismo. Es evidente que si el activismo es reproductor de los efectos de los privilegios masculinos pierde legitimidad.

Tampoco va en la buena línea establecer grupos de aplicaciones de mensajería instantánea, por ejemplo, en los que los hombres gitanos, muchos de ellos mayores, como si estuvieran en una situación de reunión permanente desde la mañana a la noche, facilitado sin lugar a duda porque tienen a mujeres que se encargan de todas las tareas domésticas y familiares, se deleiten a sí mismos dejando mensajes de audio de 5 minutos cada uno, armando discusiones interminables, poco empáticas y con demasiada presencia de egos sobredimensionados. Las mujeres y otros hombres debemos ocupar nuestro tiempo en otros quehaceres y no podemos (ni queremos) estar escuchando siempre a las mismas personas, reiterándose durante horas. El activismo es una acción colectiva que implica abrir espacios de participación, no coparlos. Es de sabios, virtud que hemos atribuido a muchos de nuestros mayores, saber escuchar y entre todos y todas deberemos encontrar la manera de moderar este tipo de grupos y hacer compatible el respeto a las personas mayores que atesoramos como Pueblo con el control de dinámicas gerontocráticas, que están imposibilitando el necesario y lógico cambio generacional y que instaladas en determinados sectores del activismo gitano en España, fundamentalmente en el asociacionismo institucional. No cabe duda de que esta situación descrita tiene relación directa con las masculinidades hegemónicas en nuestra sociedad y su inagotable necesidad de expandirse y demostrar permanentemente su liderazgo machista, autártico y demostrando sin pudor su fobia a la democracia y a la participación.

Por otra parte, las mujeres, las jóvenes y las niñas gitanas deben tener mayor protagonismo en la vida social y política en nuestras comunidades, y para ello será necesario abrir las puertas a su participación efectiva, respetando sus propias formas de organización y blindando la no injerencia masculina en su vida asociativa. Los hombres gitanos (padres, hermanos, hijos, sobrinos y tíos) deberían se acicates de esa participación y garantes del respeto que esta parte importantísima de nuestro Pueblo se merece. Sin duda podrían ejercer el valor referencial asumiendo tareas domésticas mientras las mujeres hacen vida asociativa.

Especial atención me merece un aspecto que creo de especial transcendencia. Deberíamos trabajar formas de mitigar la competitividad nociva y tóxica entre los hombres gitanos instalada en ciertos sectores de nuestras comunidades. Este aspecto especialmente presente en la masculinidad hegemónica general tiene consecuencias negativas en el terreno de la convivencia, la armonía y en la gestión de los conflictos de intereses existentes entre hombres gitanos. Las organizaciones gitanas deberían abandonar las dinámicas y proyectos asistencialistas, que tanto daño ha hecho a nuestro Pueblo, y trabajar aspectos como este y otros de esta índole (por ejemplo: resolución comunitaria de conflictos, violencia de género, promoción escucha activa, etc.) y hacerlo con periodos de actuación a medio y largo plazo, evaluando el impacto que se consiga, con la implicación también de la academia y de expertos y expertas a poder ser que sean pertenecientes al Pueblo Gitano.

Punto de encuentro. Demos salida a la esperanza.

La deconstrucción de la masculinidad hegemónica es uno de los más grandes y complejos retos que vivimos como civilización, junto con los efectos devastadores del cambio climático. Ese cambio, si se produce, no puede volver a dejar fuera a los racializados y a las personas disidentes. Los hombres que mandan, a cualquier nivel, deben abandonar esa posición para compartirla con los demás. El sistema jerárquico de género, de clase y de raza se está demostrando antagónico al mantenimiento de la vida, es ineficaz, injusto e insostenible.

Estos son caminos intransitados, debemos de reconocerlo y asumir la complejidad que eso conlleva. Armémonos de paciencia, y démonos espacio para equivocarnos y rectificar, pero empecemos ya. Soltemos amarras y hagámoslo con calma y sosiego, pero con la determinación que nos mostraron nuestros ancestros.

Los cuerpos autodenominados hombres y los que no lo son, pueden llegar a ser hermanos y hermanas. No utilicemos la imposición entre nosotros y nosotras. Encontremos la manera de dejar a nuestras hijas y nietas un futuro gitano lleno de salud y libertad, como nuestro saludo. Convirtamos a la equidad en nuestra bandera. Encontremos el punto de encuentro que nuestros ancestros hallaron para conseguir sobrevivir.

Hagamos lo que hagamos, no olvidemos que la libertad si es para unos cuantos, no para todos y todas, en realidad se trata de un privilegio.

¡ Sastipen thaj Mestipen ¡

¡ Salud y Libertad ¡

Madrid, a 2 de agosto de 2022 (Día de la Conmemoración de la Samuradipen/Porrajmos 2022)

Iñaki Vázquez Arencón
Departamento de Advocacy
La Fragua Projects


[1] Se puede consultar la entrevista entera en: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/la-nueva-masculinidad-permite-una-forma-mas-sana-e-igualitaria-de-relacionarte-con-las-mujeres-y-tambien-con-otros-hombres/

[2] Expresión que pone en entredicho la división binaria de los sexos, y por supuesto de los géneros. Una de las más grandes falacias hechas verdades sistémicas y asumidas por “casi” todos y todas. Algunas civilizaciones antiguas respetaban las diferentes expresiones sexuales que los cuerpos manifestaban. En esta civilización las personas Intersexuales, por ejemplo, son consideradas anomalías por la jerarquía médica en lugar de ser la constatación de que no existen solo dos sexos y dos géneros.

Cuatro realidades, cuatro masculinidades

Cuatro realidades, cuatro masculinidades

¿Qué es la masculinidad? ¿Podemos hablar de masculinidad sin hablar de violencia?

Los feminismos apuntan problemáticas sociales que nos afectan a todas, a todes y a todos. Los varones ya no pueden pasar de largo, hay que cuestionarse. Cuatro varones, desde Brasil, Guatemala, Chile y Cataluña (España), surfean la masculinidad desde sus perspectivas personales. De cómo se reflexionan, se desaprenden y se reinventan. Negli, Gabriel, Seba e Iñaki. Varones críticos, exigentes con la justicia social, activistas.

En este episodio, hablan ellos.

Iñaki Vázquez Arencón

Gabriel Álvarez González

Sebastián E. Santander Lazo

Negli René Gallardo

  • Investigador de salud sexual y reproductiva.
  • Cisgénero, heterosexual.
  • Guatemalteco (residente en Brasil).
  • Twitter – @negli_gallardo
  • Instagram – @negligallardo

Fuente: Navegando Cultura